No me quedé a ver por qué lloraba la ministra, aunque leí que sus sentidas lágrimas se debían a la división del feminismo. Y es que es cierto que no se mejora la vida de las mujeres por legislar contra los hombres o por enfrentar a los distintos colectivos de género. Como no mejora la vida de los pobres atacar a los ricos. Ni se mejora la economía de unos territorios por empedrar de obstáculos el de otros porque sus gobiernos defienden ideologías distintas, como si las distintas tierras de la patria común albergaran cosmovisiones, opiniones o partidos políticos y no seres humanos de carne y hueso con sus necesidades, sus familias, sus desvelos y sus dificultades para llegar a fin de mes. Como si machacar a impuestos a Madrid perjudicara solo a la odiada Ayuso y por tanto al PP, y no a cada madrileñito y madrileñita, señor Sánchez, a cada profesor y taxista y empresario y no sigo porque no me cabe.
