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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

Poner al zorro a cuidar el gallinero

El presidente electo de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden, fiel siempre a los suyos, acaba de hacer un nombramiento tóxico para su llamado “equipo de transición”, que le han afeado ya los ecologistas de aquel país.

Se trata de Michael McCabe, que fue su director de comunicaciones y proyectos de 1987 a 1995 durante su etapa de senador por el Estado Delaware y ocupó luego el segundo puesto en la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (EPA), al final de la presidencia de Bill Clinton.

Tras dejar su cargo en el Gobierno y convertido ya en director de comunicaciones del gigante farmacéutico Dupont, con sede, por cierto, en el paraíso fiscal de Delaware, McCabe aprovechó sus anteriores contactos para ayudar a su nueva empresa a esquivar las regulaciones sobre substancias químicas de la EPA.

Dupont llevaba fabricando desde mediados del pasado siglo un producto químico conocido como ácido perfluorooctanoico (PFOA) y ocultó durante muchos años a las autoridades sanitarias la toxicidad de los vertidos en el río Ohio desde su planta de Parkersburg (Virginia Occidental).

El PFOA y otros polímeros como el PTFE son productos utilizados en numerosos productos de consumo, desde telas impermeables hasta la cosmética, pasando por los utensilios de cocina –para evitar, por ejemplo, que la comida se pegue a la superficie de la sartén– pero que pueden causar graves daños al sistema endocrino, al desarrollo del feto y provocar incluso diversos tipos de cáncer.

En 1978, Dupont averiguó que sus empleados de varias plantas de la empresa estaban acumulando niveles anormales de PFOA en la sangre y tenían mayor incidencia de trastornos de tipo endocrino así como funciones hepáticas anormales, pero no hizo nada.

Finalmente en 2001, un grupo de personas que vivía en distintas comunidades de los Estados de Ohio y Virginia Occidental presentó una demanda colectiva alegando que el agua destinada al consumo humano estaba contaminada por esa substancia.

La Agencia de Protección del Medio Ambiente decidió finalmente tomar cartas en el asunto, pero el equipo de defensa de DuPont, dirigido por McCabe, echó mano de sus contactos y ayudó a la empresa de Delaware a evitar lo peor.

Finalmente la multinacional aceptó pagar una multa de 10,5 millones de dólares, sumada a otros 6 millones por “proyectos medioambientales suplementarios”: menos en cualquier caso que lo que una sola división de la empresa ingresaba en un solo día. A cambio se comprometió a acabar gradualmente con la producción del PFOA.

Pues bien, la persona que, gracias al sistema de puertas giratorias entre el Gobierno y el sector privado, se encargó de reducir limitar los daños para la empresa forma parte ahora del equipo de transición del presidente que se ha comprometido a “salvar el alma” de EE UU. Es como poner al zorro a cuidar el gallinero. ¡Mal comienzo!

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