Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés.

Al Azar

Matías Vallés

La mentira estadística viral

Los datos sobre el coronavirus y la eficacia de la futura vacuna

Cuando la hoy tan renombrada Johns Hopkins University empezó a admitir mujeres, un escrito reaccionario difundió que “una tercera parte de las alumnas se habían casado con profesores del claustro”. Era impecable, porque en el centro había solo tres alumnas y una de ellas contrajo nupcias con un docente. Un número bien disparado escandaliza más que mil palabras. En la apoteosis estadística del coronavirus también se demuestra la versatilidad de la mentira numérica. Para mejorar por ejemplo las expectativas económicas, al considerar falsamente que un descenso del cincuenta por ciento seguido de un aumento posterior del cincuenta por ciento devolverá a la posición de partida.

La dictadura estadística alcanza a la propagación de los contagios. Alemania impuso al mundo la contabilidad de casos quincenales por cien mil habitantes, aceptada sin rechistar. En un pueblo de cien habitantes, un solo caso supondría mil contagiados por cien mil habitantes, uno de los peores datos del mundo pese a tratarse de un porcentaje anhelado hoy mismo en todo el planeta. En un pueblo de mil, un enfermo se traduce en cien casos por cien mil, por encima de la tasa de crisis germana aunque corona una incidencia de ensueño. La validez analítica de este indicador requiere de poblaciones millonarias.

Entre sus múltiples enseñanzas, el coronavirus confirma los riesgos de descubrir las matemáticas sin sospechar de sus engaños. Se jalearon medicamentos como el remdesivir o la hidroxicloroquina, sin reparar en que la mayoría de pacientes evolucionaba favorablemente al margen de la medicación. Y el mundo se declara ahora salvado por tres vacunas que superan el noventa por ciento de éxito a la búlgara. No se pone el suficiente énfasis en que los jaleados cócteles inmunizadores basan su exultante efectividad en la evolución de un total de tres centenares de cobayas. Nunca tan pocos ilusionaron a tantos miles de millones.

Compartir el artículo

stats