Pequeñas viviendas, obras recatadas, entre medianeras o prendidas del bajocubierta, entre explicitas estrecheces económicas, sorteando el febril bosque normativo, atrapadas entre el malestar ininterrumpido desde la crisis de 2008 hasta el coronavirus de hoy, y aun así triunfar. Aun así finalizar las obras en una exhibición de lucidez. Es la gran lección de los premios “Gran de Area 2020” de aportación a la arquitectura, la “marca” COAG del sur de Galicia con especial acento de Vigo.
Los premios son un gesto de reconocimiento a todos los intervinientes, arquitectos, aparejadores, constructores y propietarios, mas colaboradores diversos. Proyectar y construir es un laberíntico trabajo en equipo, de interacción de ideas, de mucho manoseo y cotejo de datos, de diálogo riguroso entre las partes, de verificación de cada alternativa, donde cada paso que se dé debe ser preciso pues en el camino habrá que sortear un sinnúmero de dificultades.
Hay más. En este momento, procede un reconocimiento a la Escuela de Arquitectura de A Coruña que ha alumbrado una admirable generación de jóvenes profesionales, educados en el esfuerzo y la entrega total para, como decía Alejandro de la Sota, “dar liebre por gato”. De la Escuela mana también un humanismo crítico con la religión digital que hoy arrasa en el campo del diseño y que, en estos premios, transparenta ese manantial de origen.
Por ello, para salir de estrecheces en Galicia, no forcemos a emigrar a nuestros técnicos, artistas y artesanos, démosle aquí medios y estímulo, los jóvenes versados están a la altura del desafío de darle la vuelta al calcetín de lo envejecido o mal construido. Ya no es raro tropezarse a la vuelta de la esquina con la sorpresa de que donde antes chirriaba un hito de “feísmo” luce ahora un hito de “excelencia”. Simplemente pasó por allí la mano de cariño y saber hacer de unos profesionales comprometidos, cualificados.
Y hay más. Hay que destacar el papel de aquellos técnicos de los Servicios Municipales que se muestran proactivos cara a viabilizar la calidad arquitectónica desde una interpretación inteligente de la norma, estricta pero desprejuiciada. En una sociedad crecientemente garantista, donde el miedo llega antes que el peligro, debe reconocerse el mérito de quienes rinden un servicio público, también, de calidad.
Ante el disgusto con la ciudad edificada tras el desarrollismo, ¿autodestruir o reconstruir? Felizmente, Galicia ya está inmersa en una esperanzadora etapa de reciclaje, de reelaboración formal y actualización tecnológica, de autoenmienda. Las Leyes de Rehabilitación y de Regeneración y Renovación urbana, son en sí mismas una apuesta: esto tiene que tener arreglo. Los premios “Gran de Area 2020” recogen el guante de esa sensibilidad.
Finalmente añadir otro reconocimiento. La estructura de madera, ¡aún existe! No como excepción sino como prescripción (medioambiental) generalizada. Hay que decirlo: el sector maderero en Galicia ha hecho una encomiable puesta al día que autoriza a los técnicos a confiar en la madera, sus tratamientos, tecnología y ensamblajes, agregando una durabilidad imprescindible que facilita la aceptación por propietarios y usuarios. Este año las obras premiadas se rinden ante la madera.
Economía y ecología, los dos “ecos” donde resuena el futuro. El sector de la madera en Galicia hace economía de país al potenciar una materia prima que es un recurso propio de primer orden y de directo efecto multiplicador. A la vez, es un recurso estratégico que reduce la huella de carbono y el impacto medioambiental que genera la propia actividad de la ciudad. Encima, se suma al obligatorio cumplimiento de las normas del hábitat de nuestro planeta.
Seguir sumando delicados granos de arena será fácil si logramos sostener: profesionales con capacidad de persuasión (el arma de los intelectuales), funcionarios comprometidos (el alma del servicio público), a la par que empresarios, trabajadores y ciudadanos rebosantes de ilusión (el nido de futuro). Y así construir… grano a grano, golpe a golpe, día a día.
*Arquitecto
