Hay veces en que la antigua afirmación de que una imagen vale más que mil palabras tiene una aplicación irrefutable y otras en las que, además, sirve para demostrar que no todo cuanto se dice, por solemne que resulte, es cierto. En Galicia, por ejemplo y sin ir más lejos, se ha visto la exactitud de aquel dicho en varias ocasiones: la última al contemplar la abstención del grupo socialista en el Parlamento autonómico cuando la Cámara, con el respaldo del PPdeG y el BNG, pidió al Gobierno central un “cronograma realista para la salida sur del tren”. La actitud “retrata” al PSdeG.

Puesto en palabras sencillas, la cuestión se resume en reclamar el establecimiento de plazos fiables para la adecuada conexión ferroviaria de Vigo con el resto de Europa. Y no debiera considerarse exagerada –y ya ni se diga la idiotez habitual de algunos y sus “localismos”–, a poco que se recuerde que hay compromisos gubernamentales de facilitar la modernización del actual recorrido a través del enlace con el AVE por Cerdedo o la absurda situación actual, que implica retrasos horarios y, ante la reducción de pasajeros por un Covid que parece no tener fin, la eliminación de frecuencias.

La abstención del PSdeG-PSOE obedece, según sus portavoces, al rechazo del plan de la Xunta, pero la aprobación de la propuesta por los nacionalistas –que están bastante más a la izquierda incluso que los sanchistas– habla antes de servidumbre al Gobierno que de servicio a Galicia. Y especialmente al sur, con mención especial a Vigo que reclamó a través de sus instituciones, y de forma singular desde la Alcaldía, con frecuencia el cumplimiento de los compromisos adquiridos: algo muy diferente a elegir posibilidades.

Conste, a mayores, que el problema de la mejor conexión por alta velocidad por el sur no implica efectos para el norte, al ahorrarse el tramo entre Vigo-Santiago-Ourense, sino la rectificación parcial del error de no haberse aprobado el proyecto en “L” que más de media Galicia reclamaba. Se podría apelar ahora a la dificultad económica transitoria para discutir la fórmula, pero –al menos en serio– no endosarle la disculpa de la abstención a la Xunta. Al menos no en lo del cronograma, pero en lo demás muy probablemente tampoco.

En este punto de la opinión, y como suele hacerse con cierta frecuencia, conviene matizar que la crítica se basa en el cambio de criterio de aquellos que en su día defendieron una causa y ahora se encogen y lo olvidan. Porque hubo un tiempo en en que en el Parlamento gallego se votaba, a veces hasta por unanimidad –aunque sin pactos previos– cuanto se entendiera favorable a este Reino. Así pasó con una iniciativa del BNG para que el astillero privado vigués de “Barreras” –hoy en vilo– usara una parte de superficie no utilizada de Navantia en Ferrol. Cuando llegó al Congreso, el PSOE de Zapatero y José Blanco la votó en contra, y no hubo ocasión. Pero fue, y conviene insistir, en otra época, cuando el nombre de Galicia no se utilizaba en vano.

¿Eh?