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Retretes públicos transparentes

Japón había pasado del retrete básico en cuclillas a unas salas llenas de automatismo, música, perfumadas y otros varios encantos que llamaban la atención en el mundo. De la Edad Media a la Era Espacial de un salto. Pero aún encontraba problemas en algunas zonas de sus ciudades principales. De seguridad e higiene, principalmente. Para resolverlos ha comenzado a instalar en Tokio baños públicos transparentes. "El pasado 16 de agosto, los baños del Mini Parque Yoyogi Fukamachi", del elitista barrio de Shibuya, en Tokio, "fueron la atracción estrella, y no solo para las personas que 'tenían que ir'", señalaba el diario de mayor tirada japonés, "Asahi Shimbun". La información iba acompañada de una gran fotografía en color, realizada por la noche, en la que resaltaba un pequeño edificio de cristal lleno de luz y color. Así son los nuevos servicios públicos del recinto. Están fabricados en vidrio inteligente, lleno de colorido y con gran iluminación. Han sido colocados en dos parques en medio de una curiosa polémica en la que los residentes exponen sus opiniones en favor y en contra. Igualmente tienen otra labor, atraer visitantes a esas zonas verdes.

Los regidores de la capital nipona luchaban contra esos servicios públicos que abundan en ciudades de todo el mundo y que son considerados como mal atendidos, sucios, peligrosos y oscuros. La llegada de millones de turistas a la celebración de los Juegos Olímpicos -aplazados por la pandemia del Covid-19- apremiaba una renovación para evitar esos problemas. Y, tras realizar un minucioso estudio, se decidieron por una luminosidad que ofreciera seguridad al usuario, que unida al automatismo ya habitual en los nuevos inodoros modernos, daría confianza. Había un precedente. En 2002 un diseñador suizo, Olivier Rambert, presentó en Lausana unos inodoros de vidrio, que se volvían transparentes cuando no se estaban utilizando, y se abrían automáticamente. Al entrar un usuario las paredes se hacían opacas. Eran un anuncio de salubridad. Y el consistorio tokiota encargó al premiado arquitecto Shigeru Ban, galardonado en 2014 con el prestigioso galardón Pritzker, construir unos inodoros que cumpliesen esas expectativas. Ya están instalados los primeros en zona pública del exclusivo Shibuya.

El adelantado Japón lleva años experimentando con los aparatos sanitarios, atrapados por costumbres ancestrales y muy alejados a los adelantos occidentales. Y hoy día asombra al visitante con innovaciones (las tapas se abren y cierran automáticamente, los asientos se calientan, el ambiente está perfumado para no extender olores fétidos, tienen música para disimular ruidos de flatulencias?), hechos con vidrio inteligente que se hace transparente u opaco según si está siendo utilizado o no. Inodoros similares ya se usaban en edificios, principalmente en oficinas, para privacidad del usuario. Con motivo de su inauguración los medios de comunicación nipones y algunos otros foráneos realizaron pequeños sondeos entre el presumible público que los pudiera utilizar. Las respuestas han sido suavemente contradictorias. Unos temen que los fallos eléctricos los dejen "con el culo al aire" -perdonen la traslación popular- o los encierren sin poder salir. Otros no se fían de la opacidad automática. También hay quien prefiere la acostumbrada y tradicional postura de las cuclillas. En las redes sociales han proliferado interpretaciones de muy variado tipo. Para paliar los comentarios cuestionadores diversos un funcionario municipal ha señalado que "durante un apagón las paredes se nublarán". Mientras tanto, una cuarta parte de la población mundial no tiene acceso a inodoros o letrinas, según la Organización Mundial de la Salud. ¡Mundo!

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