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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Nuevas reflexiones de su escribidor

Al igual que en otras ocasiones, su escribidor de ustedes echa hoy mano de sus reflexiones diarias -ya saben esas que cada noche pasa a un grupo de familiares y amigos especiales por medio del WhatsApp- para redactar el artículo dominical. Aunque las titula nuevas, es posible que algunas sean repetidas o al menos parecidas a otras ya publicadas porque, al fin y al cabo, el escribidor es el mismo, sus fuentes son las habituales, sus sentimientos los mismos y la manera de escribir la propia, con los lógicos cambios que imprime el estado de ánimo y hasta la salud, que en este momento es buena, lo que mucho le agradezco a los médicos y a Dios. Además, algunas de las reflexiones son totalmente originales, pero otras son simples modificaciones de lo leído, unas veces realizadas intencionadamente y otras falseadas por los lapsus de la memoria. No faltaran tampoco las citas textuales.

Verdad

Hemos de reconocer que no todo lo cierto es convincente. No obstante, si tenemos dudas sobre lo que hemos de decir, que sea la verdad, al final siempre es mejor una verdad dolorosa que una mentira útil.

Afirmó el jesuita y escritor español, Baltasar Gracián y Morales (1601-1658): "Es tan difícil decir la verdad como ocultarla". Y de manera distinta y acaso paradójica lo confirmó el sacerdote y estadista francés, Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord: "Hay un arma más terrible que la calumnia: la verdad".

Sin embargo, algunos son tan mentirosos que para ellos se quedan en frases hechas. A estos les aconsejaría que, de cuando en cuando, dijesen una verdad a ver si cuela.

Envidia

Una frase anónima reza: "La envidia, corrosiva del corazón, es confesión secreta de nuestro personal fracaso". Debe ser muy triste pasar la vida contando lo que consiguen otros, en lugar de lograr cumplir nuestras aspiraciones. Lo que no hay duda es que es el destino buscado del mediocre envidioso.

Mas no basta con no ser envidiosos. Si alguna vez pretendemos ayuda hemos de aprender a desaprovechar ventajas propias a favor de los otros; de no ser así seremos simples oportunistas. Otro anónimo conocido dice: "Los que aprenden de los que les superan, avanzan. Los que envidian, se quedan donde están". Y a mayores hemos de ser pacientes y saber esperar sin dejar de avanzar a pesar de las dificultades.

Claro que en cualquier caso es inevitable que nos topemos con indeseables envidiosos, que no hemos de considerar y sí olvidar, aunque nos cueste, porque lo despreciable ha de sacarse de la memoria. Nuestro tiempo para los que sí lo merecen, que son los más. Por encima "La envidia muerde pero nunca come, por eso siempre insiste".

Aprendizaje

El escritor y filósofo estadounidense, Eric Hoffer (1898-1983), afirmó: "En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe." Lo primero la preparación; después, la confianza en nosotros mismos; a continuación, el esfuerzo y la acción, seguidos de la perseverancia, y ya está, éxito asegurado.

Si tú haces lo que tienes que hacer y yo hago lo que tengo que hacer y el otro hace lo suyo, ya está todo hecho. No se trata de hacer grandes cosas sino de que cada uno haga lo que tiene que hacer, por pequeño que parezca. ¡Qué gran satisfacción nos produce hacer esas cosas, por pequeñas que sean, que nos decían que no eran posibles!

Y es sabido, pero no está demás repetirlo: cuanto más nos esforcemos, más suerte tendremos. En lugar de preguntarle al horóscopo, o a la gitana, por nuestro futuro, creémoslo nosotros cada día. Somos los primeros responsables de lo que nos sucede. No hay suerte. Le llaman suerte a la suma de preparación, más esfuerzo, más aprovechamiento de las oportunidades.

Y no nos preocupemos si nos equivocamos, pediremos disculpas, reconoceremos el error y en lugar de decir hemos fallado, exclamaremos: ya sabemos que no es así, vamos a hacerlo de otra manera. Lo que sí está bien, es que procuremos no equivocarnos otra vez, si bien no siempre es posible; de lo que nos pasa en la vida solo una pequeña parte depende de los sucesos, el resto es consecuencia de cómo uno respondes a ellos.

Y ya que la vida es corta, "Debes aprender de los errores de los demás. No puedes vivir lo suficiente como para hacerlos todos tú mismo." Es una lección de vida del escritor y periodista norteamericano, Sam Levenson (1911-1980).

Prudecia y decisión

"Los árboles que tardan en crecer producen la mejor fruta". Es sentencia del poeta y dramaturgo francés, Jean-Baptiste Poquelin, llamado Molière (1622-1673), con la que quería decir que hay que tener paciencia y saber esperar. Ni indecisión ni precipitación. Sin embargo, no esperemos en exceso; el tiempo se agota aunque no queramos y después, viene el lamento: "si yo hubiera sabido hubiera empezado antes o lo hubiera dejado antes". Cuando hay que esperar no hay otra, lo que sucede es que en ese intervalo cuenta el comportamiento de cada uno. El hombre paciente no solo espera sin desesperarse sino que, además, mientras espera, sigue avanzando aunque la dificultad sea grande.

Lo que nos lleva de mano a lo que dijo el autor y pastor evangelista estadounidense, Robert Schuller (1926-2015): "Nunca cortes un árbol en invierno. Nunca tomes una decisión negativa en los momentos bajos. Nunca tomes tus decisiones importantes cuando estás de mal humor. Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. La primavera llegará".

Si estamos pendientes de algo, no queda otra que pensar que sí va a ocurrir. Una mala actitud ante la expectación de lo que va a suceder es la peor disposición que se puede tomar. Pero a pesar de nuestro esfuerzo y acierto, también hemos de contar que nos vamos a enfrentar con la violenta oposición de los mediocres. No obstante, hemos de seguir; si la imaginación de los demás es limitada, el problema es de ellos; pero no permitamos que nadie limite la nuestra.

En la vida, bastantes veces hay que decir: quiero hacerlo porque debo hacerlo y lo voy a hacer, me cueste lo que me cueste. No se trata de vencer a nadie ni ser mejor que el otro, la clave está en lograr lo que queremos. En lugar de mirar tantas veces el reloj y perder el tiempo, ganémoslo moviéndonos constantemente como las agujas del reloj -es una frase que cito de memoria de la que no recuerdo el autor-. Está en nuestras manos que, ahora mismo, sea el mejor momento y que solo pueda superarlo el siguiente y así sucesivamente. Pase lo que pase cada día, podremos modificar nuestro futuro según la respuesta que le demos a lo que nos suceda durante esas veinticuatro horas, si tenemos el convencimiento de que nuestra vida merece la pena ser vivida. No podemos pasar la vida pensando lo que vamos a hacer y no hacer nada. Da la sensación de que no sabemos lo que queremos. Si esperamos tanto para hacer eso, nos va a pasar lo mismo que al calvo, que cuando le dieron el peine ya le había caído todo el pelo.

Al final, la indecisión paraliza al hombre y no es más que la consecuencia de no saber establecer prioridades o bien de quererlo todo y ser como el burro que cita el escritor japonés Haruki Murakami (1949): "La envolvía una aura patética, afín a la historia de aquel burro que, puesto entre dos pesebres igualmente llenos de heno, no sabía por cuál decidirse para comer, y acabó muriéndose de hambre". Incluso me atrevería a aconsejar seguir lo dictado por la escritora y política estadounidense Eleanor Roosevelt (1884-1962): "Haz una cosa que te dé miedo al día."

En cualquier caso, cuando veamos que las cosas marchan mal, dejemos que se vayan, en ningún modo nos obstinemos en marcharnos con ellas. Si por el contrario, logramos lo que queríamos, pues bien, a otra. No nos descansemos en lo ya lo he logrado sino que proyectemos cómo mejorarlo o empecemos otro nuevo.

Cuando tengamos un sueño y ese sueño sea nuestra aspiración, agarrémoslo bien y no permitamos que se vaya sin que antes se haya cumplido. Y si nos asaltan las dudas, acabemos haciendo aquello que nos gusta y de esa manera tendremos la seguridad de que al menos estaremos contentos con nosotros mismos.

Uno cree que muchos se quejan en exceso de cómo está todo. Pues hay que decirles que no cabe más que aceptar lo que hay o tomar parte de acciones para cambiar las condiciones. Mientras no decidan, que no nos den la murga con sus quejas. Y al decir murga no me refiero a la banda callejera. Si estas mirando lo que te rodea y lo encuentras todo mal, necesitas gafas, o no estás atento, o es que te duele algo o es que te acaba de hacer una mala jugada quién menos lo esperabas... pero también hay otras posibilidades... Por si acaso, analízate.

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