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Nueva imagen para el nuevo Vigo

El compositor griego Mikis Theodorakis no podía ocultar su satisfacción camino de su gran concierto en Traviesas (1983): "Vigo tiene una gran dinastía de edificios que reflejan el carácter de esta Ciudad y un legado histórico permanente?" Años más tarde el artista argentino Quino (1998), creador de Mafalda, nos dijo: "Con la materia prima de Vigo se puede lograr un icono admirable de esta ciudad atlántica". Estas razones ya situaban la imagen gráfica viguesa como pátina cultural que reflejaba el alma de la ciudad. Pero a estas alturas la ciudad sigue huérfana de un icono integral con el que asociar su renovada categoría urbana; una alegoría gráfica universal que reúna los atributos de marca emocional y un poder visual que vaya más allá de lo estético, a través de las vibraciones que provoca la nueva Ciudad.

Un incendio provocado en el archivo municipal (1851) hizo desaparecer documentos clave, entre otros, sobre los símbolos de la Ciudad, aunque Vigo sigue perteneciendo al grupo de ciudades europeas saturado de signos que se sucedieron a lo largo de su Historia. Aunque un icono institucional se diferencia del moderno símbolo que establece los puentes de relación con el mundo, recordemos que el primer ideograma vigués tiene más de siete mil años, más tarde aparece la efigie del frontal de las numerosas estelas romanas (s. II), después el atributo gráfico en las partituras medievales de Martín Códax (s. XIII) divulgadas por el mundo, también el blasón de armas de Pedro Madruga (s. XV) -similar a los que dieron honor al posible descubridor de América-, junto con otros nobiliarios. El escudo vigués medieval se presentaría con el Castelo do Penso junto con la vieira compostelana, sustituida más tarde por el árbol olivo (1917), cuyas imágenes configuran el logotipo oficial hasta la actualidad. También los trazos de las batallas de Rande y Reconquista enorgullecen su recuerdo. Pero nunca los blasones vigueses vistieron las fiestas, ni representaron vínculos de unión.

La identidad de esta ciudad la constituyen los iconos procedentes de sus estamentos históricos y también las imágenes de sus ingredientes urbanos en permanente transición. Cierto es que hemos heredado muchas obras de arte histórico y constructivo, pero también heredamos el arte innecesario del alma fea de la ruindad especulativa. Más que nunca esta metrópoli necesita símbolos abiertos, sin identidad cerrada, que sinteticen el nuevo lenguaje universal de la nueva ciudad -incluso una tipografía propia es imagen de ciudad- que ayuda a posicionarse en un escenario de firme competencia en el mercado urbano global; por eso no son necesarios los tatuajes urbanos o efigies que fomenten el sentido de pertenencia grupal o ideológica. La nueva marca metropolitana viguesa debiera descubrirse a sí misma como objetivo de cultura, como rueda de la ciencia y del saber, como urbe sin fronteras que cobra poder en la conciencia colectiva. Una nueva imagen para la nueva Ciudad ayudaría a crear una forma nueva de percibir el Vigo de toda la sociedad.

*Miembro del Instituto de Estudios Vigueses

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