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El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, ha aprovechado una pregunta de la portavoz de JuntsxCat en el Congreso para anunciar que la semana que viene el Gobierno empezará a tramitar las peticiones de indulto a los presos del llamado procés. La diversión está garantizada, habida cuenta de que los condenados no solo no han reconocido haber cometido delito alguno, ni arrepentirse de él -cuando asumir la culpa es condición necesaria, según creo, para obtener el indulto- sino que proclaman cada vez que tienen ocasión que lo volverían a hacer.

Pero la verdad es que corren tiempos en los que las diversiones políticas no nos hacen falta alguna; bien al contrario, lo que necesitamos es mucha calma y grandes dosis de silencio para poder salir del problema de la pandemia que está destruyendo vidas y haciendas, con la clase política dedicada a lograr que la situación empeore.

Los presidentes del Gobierno y de la comunidad autónoma de Madrid lograron hace un par de días un acuerdo de no agresión prendido con alfileres con el fin de colaborar ambas administraciones en la tarea, cada vez más difícil, de contener los contagios de Covid-19 en la capital. Pues bien, ese compromiso no se sostuvo ni un solo día; a la primera ocasión socialistas y populares volvieron a lanzarse la artillería por un quítame allá esas pajas, como si lo importante fuese la brega política y no el acuerdo destinado a remar todos juntos.

Sucede que Gobierno y oposición se sienten cómodos representando el papel de incendiarios y se aplican en ello con los resultados que conocemos. La culpa no es simétrica porque en cualquier situación del tipo que vivimos el deber ineludible del Gobierno es el contrario: el de hacer de bombero para que las llamas no se extiendan más.

Pero como parece que al presidente Sánchez le importa más aprobar los presupuestos que contener la pandemia, su ministro de Justicia ha lanzado la carga de profundidad del indulto a los independentistas condenados por los tribunales. Cuesta muy poco profetizar que una iniciativa así va a llevar los incendios políticos aún más lejos, incluido el que afecta a los propios soberanistas si, para lograr el indulto, han de aceptar que delinquieron. De ahí que los únicos que van a salir beneficiados del rifirrafe extendido van a ser los autores de columnas de opinión, con raciones nuevas para el consumo.

Pero entretanto España es ya el país más afectado por el coronavirus en toda Europa, las perspectivas de nuevos confinamientos que hundirán aún más la economía crecen y no hay forma de que la administración central y autonómica se pongan de acuerdo ni, ya que estamos, alguna de ellas haga caso a lo que llevan meses diciendo los médicos. Será que en el proyecto de Gobierno está el que todos los ciudadanos nos convirtamos en columnistas de opinión, trabajo que se puede hacer desde casa.

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