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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El estudio

A juzgar por los precedentes, es dudoso que -aún en el caso de que se hubiese creado- la comisión de investigación sobre las residencias de mayores tuviese éxito. La experiencia demuestra que el Parlamento gallego, como las Cortes Generales, utiliza ese recurso no para buscar responsabilidades por los males ocurridos, sino para evitarlas o aumentarlas en función de quien las controle. Y hay abundancia de casos, algunos escandalosos, que argumentan la afirmación de que los fracasos en la búsqueda de la verdad han sido constantes.

Por esa razón -y la de "piensa mal y acertarás"- no son pocos los que piensan que lo de crear una comisión equivale a correr un tupido velo para ocultar lo que sucede. Y que en el caso de las residencias se resume en la estadística: en ellas se produce la mayor proporción de contagios y fallecimientos por coronavirus. Algo que afecta no solo a residentes sino a cuidadores, lo que después de medio año de pandemia parece indicar fallos graves de control y/o protocolos. Y no solo por la "lógica" de la edad y las patologías previas, lo que induce a investigar a fondo.

El PPdeG, cuya mayoría absoluta basta para abrir o cerrar puertas a cualquier asunto, se ha negado a la petición de BNG y PSdeG-PSOE, y propuesto una "comisión de estudio" para determinar en lo posible las causas de una situación que no puede continuar. Es posible que su portavoz, el señor Puy Fraga -persona respetada y capaz- busque en la sutileza el modo de obtener mejor resultado -y más real- que con la nomenclatura habitual, pero es probable que, al final, ocurra lo del clásico: que se llame como se llame el invento, todo fuese y nada hubo.

En este punto, siempre desde una opinión personal y ya puestos a ello, quizá no estorbe otra observación: convendría ampliar el "estudio" más allá de la tragedia del coronavirus y entrar en la situación general de este tipo de residencias. Muchas son concertadas, lo que implica una serie de obligaciones regladas que la práctica demuestra que no siempre se cumplen. Un dato este debería haber movido hace ya tiempo a los representantes de la sociedad civil a tomar cartas en el asunto y buscar la responsabilidad de los defectos que se detectan.

Item más. El Covid-19 ha puesto sobre el tapete la necesidad de revisar a fondo no la "nueva" realidad de los mayores, sino la de siempre. Que, en algunas facetas, comporta a pesar de ayudas y buenas intenciones una situación de facto lejana a la que se merecen las personas que han protagonizado el impulso hacia delante de este antiguo Reino en los últimos cincuenta años como mínimo. Que han atendido con sus propios recursos, en momentos de extrema dificultad, a sus familias ahorrando costes al Estado y, se quiera o no verlo, están hoy excluidos o marginados. Y no tanto para su protección cuanto por miedo a las estadísticas. Por eso se ocultan o se restringen.

¿Verdad??

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