Hay observadores -e incluso varios "expertos"- que comparten la teoría de que cuanto más tiempo se está en el poder, la visión política se hace menos aguda. Están entre los que defendían la conveniencia de limitar los mandatos, como ocurre en algunos países que, aún con defectos, están entre los más democráticos y contrastan con regímenes cada vez más autoritarios cuyos presidentes tienden a llevar sus mandatos más allá de lo razonable. Mantienen las formas, pero no la limpieza en sus métodos, según denuncian multitudes en las calles.

Sin ánimo de comparar, ni mucho menos, ese problema que dicen afecta a la continuidad prolongada, parece haber llegado al meollo de la política gallega. En primer lugar, aunque con carácter leve, a quienes están en el poder democrático, y se contiene verbigratia en la insistencia acerca de los cambios en la Xunta. Que se definen "escasos", pero que mudan de arriba abajo el equipo de varias consellerías claves. Y se subraya su importancia porque el propio presidente Feijóo las calificó así al marcar el orden de prioridades para la legislatura.

Es obvio que no se discute la facultad de los conselleiros de Emprego, Sanidade y Educación para rodearse de personas de confianza política, personal y -se supone que sobre todo- técnica. Pero extraña la insistencia en el mensaje de don Alberto Núñez que. al contrario que Lampedusa, reitera que cambia poco para que todo siga igual. Y lo explica con un ejemplo no muy afortunado al decir que "varía el equipo pero el vestuario es el mismo". Parece que tendría que haber dicho "el club" para convencer a la hinchada, pero como lo hizo no lo consigue.

Siempre desde una opinión personal, su señoría se contradice con lo que dijo acerca de que los ciudadanos ratificaron la valía de toda la Xunta al elegir a sus miembros como diputados: poco tiempo después releva a dos y a otro lo cambia. No es mucho, pero sus rivales no tardaron en subrayar el hecho y deducir que la "eficacia" quizá no fuese la que se predicaba. Y hay hechos que lo ratifican: la mejora en práctica y talante en Educación es evidente, por más que algún sindicato siga a lo suyo y hable de un "empeoramiento" que sólo ven sus directivos.

Es posible que, sobre todo en el entorno gubernamental, no se comparta la opinión, pero la persistencia en hacer una Xunta liviana en cuanto al peso político de sus integrantes, concentrándolo todo en su presidente y convirtiendo a la mayor parte de sus colaboradores en auxiliares -dicho con todo respeto- no es buena receta para el futuro, en el que precisamente contará menos la figura de los candidatos una vez que los ya escasos líderes vayan desapareciendo por retirada voluntaria o forzada. Y ese vacío solo se puede compensar con un equipo en el que se den cita especialistas en todos los ámbitos, incluido el de la Política. Con mayúsculas y con minúsculas.

¿O no??