Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La destrucción

Sin la menor intención de cometer la osadía de aconsejar al que sabe, es posible que el flamante vicepresidente segundo de la Xunta acepte una observación que ya conoce: que antes de preparar la reconstrucción, habrá que evitar la destrucción de la economía estratégica de Galicia. Para lograrlo, su señoría no podrá ignorar que entre los riesgos importantes está el de la competencia que en gran parte de los sectores plantea, con agilidad e inventiva, el norte de Portugal. Una cuestión que, además, no es nueva ni inadvertida, aunque hasta ahora no se afrontó como se debería.

Es una opinión personal, desde luego, pero que se fundamenta en datos. Y que no es el único riesgo que coincide en el tiempo, para complicarle aún más las cosas a don Francisco Conde: el Brexit multiplica esos factores que sin duda dificultan el sueño del conselleiro recién ascendido. Pero lo hacen en serio, no con el insomnio volátil que dijo el presidente Sánchez le causaba la idea de un pacto con Pablo Iglesias para gobernar juntos: pocos días después de afirmarlo acordaron una coalición que en ocasiones semeja solo cohabitación y no muy bien avenida.

El caso es que entre la región Douro, el gobierno socialista de Portugal y la amenaza británica de abandonar la UE sin acuerdo -además del descuido siquiera aparente de la Xunta- resulta probable que la tarea de evitar la destrucción sea incluso más urgente que la de reconstruir lo que ya se ha perdido. Y va a requerir no solo un esfuerzo adicional y complicado -porque Lisboa hizo y hace políticas sanitaria y económica más eficaces que Madrid-, sino porque para dialogar con Londres en busca de acuerdos sobre pesca, residentes gallegos en su territorio y todo lo demás será imprescindible el protagonismo del Estado.

Eso, a día de hoy, es lo que hay. Y requiere, para hallar algún tipo de solución, la participación de un gabinete que, como el del PSOE y UP, no se ha destacado por el momento en prestar demasiada atención a las cuestiones gallegas. Una realidad así, que es extremadamente susceptible de empeorar, obligaría a cualquier responsable sensato a buscar acuerdos que al menos incrementen las posibilidades de establecer diálogo con los países que pueden facilitar las cosas. Pero hablar, aquí y ahora. de entendimientos políticos es algo parecido a cuadrar el círculo.

Es cierto que los grupos parlamentarios de la Cámara gallega están en ello -el acuerdo para crear una Comisión de Reconstrucción-, pero la esperanza de que lo alcancen es relativa. Y más aún que, aun consiguiéndolo, tuviese en Madrid algún tipo de eco. Los que podrían producirlo desde aquí -el PSdeG- cuentan allí menos que una moneda de céntimo en Hacienda, y el Bloque, que le ha ganado la carrera de la alternativa a los socialistas gallegos, no obtendrá un bonus de Moncloa por ello. Así que tendrán que hacerlo el señor Feijóo y su nuevo vicepresidente. Claro que, para lograr algo, deberían quizá fijarse, para lo de infraestructuras, más en Lisboa que en Madrid. Por raro que sea.

¿No...?

Compartir el artículo

stats