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Ceferino de Blas.

La novela de Portomeñe

Era conselleiro de Cultura del primer gobierno de Manuel Fraga, cuando recibió la orden de organizar una estructura que promocionase el Año Santo Compostelano y el Camino de Santiago para aprovechar social y económicamente su tirón.

Y Manuel Vázquez Portomeñe inventó el Xacobeo, la flor de la canela del turismo de Galicia.

No sin dolores. Porque antes, un ciudadano privado había registrado en el organismo competente el nombre del Xacobeo con que explotarlo comercialmente. Y la propia Iglesia compostelana miró el invento con recelo, juzgando que detraería espiritualidad al mayor acontecimiento de la historia de Galicia, al laicizarlo.

Solo el buen compás del conselleiro, fantástico componedor, logró extinguir Estos y otros fuegos que se formaron en torno al invento.

Para ritualizarlo se creó un pin divertido, que a algunos les parecía frívolo en exceso, pero corrían los tiempos del "naranjito" de Mariscal, la famosa mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona, y el pin del Xacobeo, una creación de LuIs Carballo, que simbolizaba al peregrino --"Pelegrín", se llamó-, salió adelante con gracia y un enorme éxito. Fue el icono de la celebración del 93.

Desde entonces el Xacobeo es considerado el gozne sobre el que gira el impresionante atractivo de Compostela, cuyos Caminos recorren multitudes en todo tiempo, hasta ganar el premio del Obradoiro y saludar al Apóstol en la Catedral.

Treinta años después, bajo el gobierno de Núñez Feijóo, a las puertas del Año Santo de 2021, Vázquez Portomeñe vuelve con una obra digna de su prestigio: "Brianda de Moás". Es el nombre de la protagonista de una novela de corte medieval, que se desarrolla en la frontera de los siglos VIII y IX, un periodo de historia nebuloso, en el entonces reino de Asturias, al que Carlomagno llamaba de Gallaecia.

Ocupan la escena protagonistas masculinos, el Apóstol, el rey Alfonso II, el obispo Teodomiro, el ermitaño Paio, los personajes recreados de la novela, el conde de Pallares, el señor de Moás y el abad Egas, después obispo de Ourense. Todos son varones, pero el personaje que da título a la novela es una mujer, Brianda, señora de Moás, "bella como una diosa".

Por razones que no desvela el autor ha querido resaltar el papel central de una figura femenina en un tiempo vital para la conformación de Galicia en torno al descubrimiento del Apóstol, a cuyo Edículo acude en peregrinación.

Portomeñe combina conocimiento de la geografía e historia de Galicia, y dominio literario, al recrear los vacíos documentales con imaginación. De esta surgen las relaciones caballerescas --un amor platónico -- de la señora de Moás y el abad del Monasterio, que son parte capital del relato.

Como todos los inventores, Portomeñe vuelve a los orígenes xacobeos en su obra literaria. Cuenta el descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago en el monte Libredón de Iria Flavia, la llegada del rey Alfonso, en el año 826, tras trece días de viaje entre Ovetum e Iria Flavia, para confirmar el milagro que "aglutinase definitivamente su reino", y las primeras peregrinaciones.

La novela, que arranca con un prólogo del periodista Lois Caeiro, la remata el autor con un epilogo documental, en el que repasa desde la lista de los reyes asturianos a los escenarios que describe, próximos a su tierra natal, en el municipio de Taboada (Lugo). Unos lugares que tan bien conoce, y de los que ha oído contar historias y leyendas desde la niñez.

Es la tramoya de "Brianda de Moás", un magnífico relato que aporta luz a un periodo oscuro, pero trascendente de la historia de Galicia. Recrea los episodios bélicos, cuenta lo que hay que saber de la invención del sepulcro del Apóstol y lo adoba de creatividad, imaginación y buena literatura para hacer más amena la tarea de aprender leyendo.

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