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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

La embriología sagrada de Cangiamila

El motivo de este suelto es La Embriología sagrada, ó tratado de la obligación que tienen los Curas, Confesores, Médicos, Comadres y otras personas, de cooperar á la salvación de los Niños que aún no han nacido, de los que nacen al parecer muertos, de los abortivos, de los monstruos, &c., por Francesco Emmanuelllo Cangiamila, cuya primera edición original se publicó en italiano, con el nombre Embriologia sacra, ovvero dell´uffizio de sacerdote, medici, e superiori, circa l´eterna salute de´bambini racchiusi nell´utero, en el año 1751, en Milán por Giussepe Cairoli. La obra sería editada de nuevo en Palermo en 1758. Después sería transcrita al latín con el título: Embryologia sacra sive de officiis sacerdotum, medicorum et aliorum parvularum in utero saluten (Palermo, 1761 y 1762). Joseph-Antoine Dinouart la tradujo al francés. Asimismo la obra fue traducida a otros idiomas. La primera edición en español fue realizada en Madrid, en el año 1744, en la Editorial Pedro Marín. El libro fue editado repetidamente en muchas ciudades europeas hasta principios del siglo XIX. Nuestros lectores pueden recurrir a ediciones y reimpresiones recientes en castellano.

Cangiamila nació en Palermo en 1702. En sus inicios y a edad muy temprana estudió derecho civil y canónico, llegando a ser doctor en derecho y a ejercer la abogacía. Mas después tomó el hábito clerical y se dedicó a los estudios eclesiásticos en el Colegio de los Jesuitas, siendo ordenado sacerdote y graduándose de Doctor en Teología el año 1728. Su primer destino fue el de arcipreste en Palma di Montechiario. Doce años más tarde regresó a Palermo, donde fue designado sucesivamente Abogado Fiscal del Arzobispo, Prefecto de Estudios del Seminario, Canónigo Magistral de la catedral de Monreale e Inquisidor Fiscal del Reino de Sicilia. No estudió medicina, pero se documentó a fondo sobre textos de anatomía y cirugía de su época, al tiempo que adquirió experiencia directa, sobre todo de obstetricia, para lo que no dudó en entrar en las habitaciones de las parturientas, aunque su primer propósito fuese conseguir bautizar al niño vivo y salvar su alma. Con esta finalidad promovió la operación cesárea de las mujeres que morían embarazadas para poder extraer niños vivos. Murió en Palermo en 1763. En Palma di Montechiaro, hay una calle y una escuela que llevan su nombre. Pero, por encima de todo, su fama está unida a su obra La Embriología sagrada, hasta el punto de que el periodista y crítico Gabriello Montemagno lo catalogó como un verdadero best-seller de su época.

Guardamos en nuestra biblioteca familiar un ejemplar de la segunda edición, traducida al castellano por Joaquín Castellot, Capellán Doctoral de Su Majestad en su Real Capilla de la Encarnación de Madrid, editada en Madrid, en la Imprenta de Pantaleón Aznar, el año 1785, a costa y en la Librería de Copin, Carrera de S. Gerónimo. La edición está dedicada al Rey N. Señor D. Carlos III. En la portada se hace resumen de su contenido: "Contiene varias prevenciones muy oportunas para las urgencias espirituales y corporales que suelen ocurrir, así á las madres como á sus frutos. Va inserto un tratado sobre el modo de restituir las funciones vitales a los ahogados". El libro está integrado por XXVI+474 páginas +3 hojas complementarias y 3 láminas de grabados en madera, una de ellas plegada, realizadas por Jph Giraldo.

El ejemplar está en muy buen estado de conservación, tiene esmerada encuadernación actual -por el maestro encuadernador ourensano Francisco Araujo Nogueira, del taller artesano "El cisne"- en toda piel, color marrón, con lomera ornada con hierros dorados repetidos, no enlazados, y con tejuelo de piel en rojo que ostenta el rótulo "Embriología sagrada". El libro, en octavo mayor (20,5x 13,5 cm), conserva las guardas originales de papel pintado marmoleado, así como los cortes originales sin rasurar. En la guarda anterior aparece un exlibris manuscrito que dice: "Dn. Antonio González y Casal, Maestro en la Costura" y en la guarda posterior, con idéntica letra, reza: "En el lugar de San Juan de Golpellás, jurisdicción de Calvos de Randín, ocho días del mes de agosto del año 1842", constancia autógrafa que vuelve a repetirse otras dos veces, una en la pág. XXXVI, con data expresa el 27 de junio de 1842, y otra sobre el reverso del grabado de la pág. 219, en forma de oficio a favor de su vecino Don Ramón Diz. Asimismo en contra-página de la hoja anterior de respeto figura manuscrito el nombre de "Dn. Manuel Miranda", nombres que con toda probabilidad fueron exlibris autógrafos de antiguos propietarios del volumen analizado. Y la cosa no queda ahí. La dedicatoria impresa al rey, que ocupa las dos páginas que siguen a la portada, están reescritas, en su inicio y final, de su puño y letra, por el propio traductor Joaquín Castellot. Son estos datos la intrahistoria real de este ejemplar del libro de Cangiamila, al que este escribidor ha añadido su propio ex libris. ¿Quién será su próximo propietario y en qué biblioteca se alojará en un futuro?

En el prefacio, Cangiamila explica: "La he intitulado Embriologia, que quiere decir á la letra, Tratado sobre los embriones, esto es, sobre los niños que aún no han nacido".

En la introducción el autor escribe: "Hay dos obstáculos que el médico debe evitar. El primero es el asesinato corporal del pobre feto inocente, el segundo es el asesinato espiritual del mismo, porque si muere antes de nacer quedará sin bautismo y perecerá eternamente". Y relata el primer acto obstétrico que él mismo realizó con éxito, el 5 de octubre de 1736, mediante la práctica una cesárea post-morten a una campesina muy anciana, "salvando" al recién nacido, que ya habían dado por muerto. Este hecho le impulsó a documentarse sobre textos de anatomía y cirugía de la época y a escribir La Embriología sagrada, libro que constituye un verdadero tratado de obstetricia, que el propio Cangiamila envió a casi todos los obispos del mundo, con buena recepción y éxito, tanto en Europa como en Asia. En palabras del autor: "Donde la cesárea era para nada desconocida, ahora se practica allí con efectos admirables". A la difusión del libro contribuyó el Papa Benedicto XIV, que en una de sus obras, De Synodo Diocesana, lo elogió por sus argumentos y mucha erudición. Lo cierto es que se puede comprobar en muchos textos científicos, que el libro de Cangiamila contribuyó al conocimiento y difusión de la cesárea, hasta ese momento solo conocida en teoría y no recomendada. Con este libro, la cesárea se convierte en una cuestión moral "de la que no se pueden escapar ni la mujer embarazada ni sus familiares, ni parteras, ni médicos y barberos para evitar que el niñito no bautizado acabe para siempre en el Limbo, bajo pena de excomunión para todos". El autor no elude que las cosas se complican si la madre no está muerta y ante esta situación el tratado establece muchas distinciones, si bien en el dilema de salvar a la madre o al niño se debe considerar que la madre ya está bautizada. Lo que Cangiamila no llegaría a saber es que, tres siglos después, otro Papa, Benedicto XVI, emitiría un documento estableciendo que el Limbo no es un dogma, y que las almas de los niños no nacidos van directamente al Paraíso.

En las Adiciones hechas a La Embriología, figuran capítulos de mucho interés. Entre otros: tratado sobre los ahogados y su resucitación; sobre la operación cesárea en mujeres vivas; sobre el bautismo de los monstruos; en lo tocante al bautismo de los niños, comadres, amas de criar, y casas de niños expósitos... En el capítulo correspondiente, Cangiamila describe los diversos remedios para devolver la vida a los ahogados y argumenta, con ilustrada evidencia científica, que "el máximo de todos los remedios es el humo de tabaco introducido en los intestinos. Él excita el movimiento peristáltico, y este movimiento se comunica al diafragma, a los pulmones y al corazón, y se restablece la circulación de la sangre y la respiración del aire".

Muchos de los principios y recomendaciones establecidas en La Embriología sagrada, por supuesto que no son hoy admisibles e incluso resultan irrisorios, pero no deben ser juzgados a luz de los conocimientos actuales, sino en la época en que fueron escritas. Otras muchas, tanto tiempo después, siguen vigentes. La descripción y explicaciones detalladas de la silla agujereada de Heister para parir en la posición que le sea más cómoda a la mujer y para mejorar las condiciones del trabajo del parto sorprenden en muchos casos por su actualidad.

Y al final del libro figuran algunas obras recomendadas. Vaya, que ni falta la bibliografía.

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