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Ceferino de Blas.

Temporada de hoteles

Uno de los deportes predilectos del periodismo veraniego, hace unos años, era husmear en los hoteles a ver qué famosos alojaban.

Existía una competición entre colegas de los distintos medios por la exclusiva, y el que lograba las fotos y declaraciones de una celebridad, culminaba el trabajo bien hecho.

Hoy, cuando millones de móviles hacen prácticamente imposible pasar inadvertido, y los famosos que gustan de la discreción se las ven y desean para lograrlo, ya que siempre habrá al acecho un móvil imprevisto, aquel tipo de periodismo resulta arcaico.

Y no hace más de tres lustros que ocurría.

Vigo, ciudad cosmopolita y portuaria, tuvo excelentes hoteles. La condesa de Pardo Bazán, que odiaba las fondas cervantinas, que aún eran habituales a principios del pasado siglo, escribía maravillas de uno de ellos: el Hotel Continental.

"Son los hospedajes de Vigo los mejores de la región, descollando el Hotel Continental, que fue para mí, bastantes años hace, la primera señal de que este pueblo adelantará efectivamente".

Era el Vigo al que arribaban incontables viajeros de todas las categorías, desde príncipes a emigrantes. El puerto se presentaba como la gran estación término de Europa y América, por eso el 29 de julio de 1920, hace ahora cien años, llegaban a la ciudad, en el trasatlántico "Arlanza", procedentes de Londres, Lord Athlone, hermano de la reina consorte de Inglaterra, y su mujer la princesa Alicia de Albany, y sus dos hijos.

Alicia de Albany era nieta de la reina Victoria, y prima carnal de la reina de España, esposa de Alfonso XIII. Cuando falleció, en 1981, a los 97 años, era la última representante de la época victoriana.

Viajaban a Vigo, como escala, para trasladarse a Santander, donde pasarán una larga temporada de verano con la familia real española.

Se hospedaron en el Hotel Continental, donde a la cena, a la que les invitó el cónsul Mr. Guayatt, fueron sorprendidos por la visita del coro de la "Agrupación Artística" -exponente de la tradición coral viguesa-, que les ofreció un concierto, primero en la calle, después en el interior, que entusiasmó a los príncipes.

Su estancia en el Continental no era una excepción, ya que se habían alojado otros miembros de casas reales, como la Infanta Isabel de Borbón "la Chata" -a la que se dedicó la Plaza de la Princesa-, que estuvo quince días, en el verano de 1906, asistió a un concierto en el Tamberlick y pateó a fondo la ciudad.

Además de las personalidades que no ocultaron su identidad, estuvieron otros que sí la escondían, como la bailarina y espía Mata Hari, que se alojó en cuatro ocasiones, en 1916, cuando intentó pasar a Holanda, y se lo impidieron los ingleses.

Estos son el tipo de personajes que perseguían los periodistas en los hoteles, los que pretendían pasar inadvertidos. A veces lo conseguían.

Ahora ya no ocurre. No se camela a los recepcionistas o algún camarero para que filtre los nombres de huéspedes famosos. No es que hayan desaparecido las exclusivas, que por fortuna aún existen, sino que ya no se practica ese tipo de periodismo. Basta un móvil y un tuit para estropear la primicia.

Vigo ha dejado de ser puerto de entrada, al no ser los trasatlánticos los transportes habituales, por el predominio del tráfico aéreo y la modernización ferroviaria, pero no ha descendido el número de hospedajes. El turismo, los eventos y la industria han suplido la llegada de viajeros en tránsito. A los confortables y señoriales hoteles de otra época -Continental, Universal, Moderno- los han sucedido otros muchos de todas las categorías. La ciudad tiene una capacidad de acogida superior al pasado.

Para la historia es de lamentar que con la desaparición del Hotel Continental, se hayan perdido sus libros de registros, que debían ser joyas en las que figuraban los nombres de centenares de famosos que pasaron inadvertidos. Porque llegaban para tomar un barco o el tren que les condujese a Madrid o Barcelona, y ningún periodista reparó en ellos.

Lo mejor es que la ciudad haya conservado la tradición hostelera y pueda acoger a todo tipo de personajes y clientes de cualquier categoría: desde los cinco estrellas a las pensiones. Porque el sector representa una porción cada vez más importante de la economía viguesa.

Lástima que este año, que se auguraba de récord de visitantes, después de los últimos veranos de máxima afluencia por el tirón de Cíes, lo haya desbaratado el virus. Pero lo superará.

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