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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La miopía

A estas alturas parece improbable que alguien -sobre todo entre los observadores que aquí habitan- pueda considerar ofensivo calificar de "miope" el análisis que los rupturistas gallegos han hecho de sus resultados el pasado 12/J. Que no sería realista ya lo habían apuntado los podemitas, tanto los de aquí como los de allá, pero la sensación se agudizó tras la reunión que mantuvieron los demás, eso que llamaron Anova y "Galicia en Común" y que tuvieron poco de lo primero, y casi nada de lo segundo. Por eso, aparte de miopía, hay quien habla de presbicia.

(Consten, antes de proseguir, dos o tres matices. Uno, cualquiera de ambos problemas ópticos, distintos pero compatibles, se utiliza de forma retórica, sin ánimo de ofender. Dos, que se emplea el concepto de "rupturistas" -en apariencia y a falta de protestas, aceptado con agrado por los aludidos- a modo de aplicación a la política del llamado cajón de sastre; útil para guardar cualquier tipo de paños, retales y otros utensilios del oficio. Tercero, que la cita se debe a que estos otros profesionales colocan en ese cajón cuanto estorbe, moleste o ignoren.)

El caso es que lo que se ha sabido acerca de las opiniones de los implicados tiene escasa conexión con la realidad. Y aunque es cierto que admiten que las divisiones internas les han afectado, pretenden algo imposible: limitar los daños reduciendo la definición -no hubo "divisiones", sino auténticas guerras, y muy cruentas- olvidando la carencia de un programa coherente que confundía, y eso es grave, los problemas de Galicia con los de España, sin visos de arreglar alguno. Y -por resumir- la absoluta carencia de un liderazgo -porque ni Iglesias ni Gómez-Reino lo son aquí- que pudiera compensar todo lo demás.

Algún analista perspicaz ha dicho que en la génesis de esos "Comunes" -que, por otra parte, no lo han sido tanto: la gran mayoría se adaptan más a los gustos de los lores, por mantener el símil británico- se halla una sustitución clave: la del galleguismo como prioridad. O al menos eso pareció ya desde que el profesor Beiras antepuso frente a cualquier otro objetivo el intento de construir aquí un Frente Popular con protagonismo esencial en el proletariado. Y no se trata de endosar a don Xosé Manuel la responsabilidad del fracaso; solo, y desde una opinión personal, señalar uno de los errores iniciales del proyecto.

Por supuesto que el punto de vista que se expone no tiene por qué ser compartido, pero a poco que se reflexione podría apoyarse en dos datos objetivos: el voto que, en teoría -y al menos en parte- podría haber mantenido la extraña coalición, se fue en masa al BNG, que ofrecía liderazgo y coherencia entre su presente y su pasado. Y, casi como anécdota, que hablar de proletariado -al menos en su sentido más añejo- en Galicia no pasa de ser un atavismo. En un país como este, donde la industria flaquea y apenas resiste alguna multinacional, hay riesgo de marginación social en un segmento laboral. Pero eso no es proletariado: es peor. Y hay que ofrecer algo sólido, no tópicos.

¿No??

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