Un guarismo, el que encabeza esta columna, es suficiente para sintetizar el impacto económico que ha supuesto el COVID-19. Según el indicador Abanca-Foro de conxuntura económica, la actividad se desplomó en abril más de un tercio respecto al mismo mes del año pasado. La cifra se sitúa ligeramente por debajo de lo que predijimos los primeros días de abril y es propia de un conflicto bélico. El gráfico que acompaña esta columna refuerza esta idea. La evolución mensual desde abril de 2018 se ve prácticamente plana (a pesar de la desaceleración que se produjo) cuando se contempla en la misma foto que el desplome desde febrero.

Sin duda, mayo y, sobre todo, junio serán testigos de un rebote importante del indicador, que permitirá que en el conjunto del trimestre la caída del PIB gallego se sitúe, muy probablemente, entre el 15 y el 20%. En todo caso, esto nos condena inevitablemente a una recesión dura en el conjunto del año y a la necesidad de intervenir en un doble sentido.

Primero, para amortiguar el golpe. Hemos hecho ya algunas cosas bien: ERTE, líneas de liquidez, ingreso mínimo vital? aunque todo es mejorable y revisable. La obligada celeridad con la que aprobamos las medidas hace más probable que haya errores de diseño e implementación, también de fraude consciente cometido por defraudadores y aprovechados. Además, el escaso margen fiscal del que dispone España nos hace particularmente dependientes de los apoyos a escala comunitaria que, como siempre, tardan en llegar.

A escala gallega, es fundamental que las medidas compensatorias y de defensa del tejido productivo se acomoden a las líneas europeas y estatales y que se ciñan a competencias autonómicas. En este sentido, confieso que me produce sorpresa y disgusto cuando veo corporaciones locales que se afanan en replicar, de forma financieramente cutre, líneas de actuación de otras administraciones, en vez de centrarse en medidas innovadoras y eficaces en su propio espacio de competencias. Pero también precisamos medidas que permitan aprovechar mucho mejor nuestros recursos, que graviten sobre ellos para impulsar nuestro PIB y nuestro bienestar. Lo vamos a necesitar, porque inevitablemente la pandemia va a dejar tras de sí un reguero de cierres y despidos.

Hoy decidimos colectivamente quien pilotará la nave gallega. Necesitamos un gobierno con muchas ganas, mucho talento y una organización que refuerce dos líneas prioritarias: economía y medio rural: nuestras urgencias y nuestras mayores oportunidades.

*Director de GEN (Uvigo) y del Foro Económico de Galicia