Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pedro de Silva

¡Bienvenidos!

"De Madrid al cielo", dijo la indepe Clara Ponsatí (haciendo así un penoso desnudo integral de su alma que la perseguirá de por vida) en el peor momento de pandemia, cuando los madrileños morían como moscas. Ahora se dispersan por las costas, agotados por meses de angustia y la reciente ola de calor. Hay que pedirles que sean muy, muy, muy cuidadosos en la prevención, pero, a la vez, darles una bienvenida amistosa y fraterna, pues han sufrido mucho solo por estar donde están, arracimados en el hormiguero central del país, que ha dado y sigue dando acogida sin hacer preguntas a cientos de miles de compatriotas en busca de un lugar en el que emanciparse del pelo de la dehesa o, simplemente, sobrevivir. Da gusto verlos ahora llegar, por ejemplo al norte, felices de encontrarse con el frescor y la lluvia, o meterse en el agua en cuanto sale el sol, como si el mar fuera la tierra prometida.

Compartir el artículo

stats