Se cuenta en la mitología griega que una ninfa se enamoró de Narciso, pero este no le correspondió y mientras huía de ella se metió en la orilla de un río y con el sol se reflejó su propia imagen; viendo que era guapo se enamoró de ella y se lanzó al río en busca de sí mismo... Dice la mitología que se ahogó porque no sabía nadar.

Así nació el narcisismo, que consiste en la incapacidad para amar algo distinto que a uno mismo. El que practica el narcisismo se cree el ombligo del mundo.

Pero conviene conocer cómo fue que Narciso llegase a este fin trágico de ahogarse en el río. Narra la mitología griega que Narciso nació fruto de una violación y su vida había comenzado sin sentirse querido.

El narcisismo tiene dos formas distintas de manifestarse y parecen contradictorias. Una es el manifestarse muy eufórico, se siente como la novia en su boda y todo ha de girar en torno a él. Se crea una imagen triunfalista y es la gran vedette de la gran fiesta. Otras veces se presenta en una posición totalmente distinta, se presenta como el muerto en un entierro, se pasa por la vida de víctima y dice que nadie le hace caso.

En resumidas cuentas, lo que pretende el narcisista es que se fijen en él, pero él no se fija en ningún momento en los demás y pretende ser el eje del mundo: en el fondo lo que busca el narcisista es protagonismo y mendigar afectividad.

Creo sinceramente que puede haber algún momento de nuestra vida en el que seamos víctimas del narcisismo e importarnos poco lo que hay alrededor y solo nos amamos a nosotros mismos y todo esto es una gran tragedia. ¿Cómo se sana todo esto? Solo hay una receta que es el Amor.

En nuestra cultura europea en vez de tener la figura de Narciso tenemos la figura de Jesús de Nazaret que existió hace algo mas de dos mil años y que murió por ti y por mí. Jesucristo no solo nos dio una doctrina maravillosa sino que lo importante es que murió de amor por nosotros. En esta terrible crisis económica que vamos a vivir derivada del coronavirus tenemos que armarnos por dentro para no sucumbir ante las dificultades y adversidades que nos tocará vivir. Se puede ser feliz con menos medios materiales y si somos sinceros vemos que hay muchas cosas de las que se puede prescindir. Para caminar bien hay que ir ligeros y a veces vamos cubiertos con armaduras que nos dificultan el caminar con soltura.

El Amor es la clave, se disfruta más en dar que en recibir y pensar que cuando damos y con pequeños detalles los demás se sienten más queridos y valorados y aumentamos la autoestima tan necesaria para recorrer el camino a veces lleno de piedras que hay que sortear para llegar a la meta.

Para los creyentes tenemos un final feliz, nuestro padre Dios nos espera en el Paraíso.