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Joaquín Rábago.

¿Importan las vidas negras si no son de norteamericanos?

¿Cómo no coincidir con la ONG feminista/pacifista CODEPINK cuando reclama que el movimiento "Black Lives Matter" ('Las vidas negras importan') no se limite a denunciar el racismo en Estados Unidos y denuncie también la destrucción provocada por la maquinaria de guerra de EE UU en el exterior?

En los tres años y medio que lleva en la Casa Blanca, el presidente de EE UU, Donald Trump, ha exacerbado las guerras heredadas de sus predecesores George W. Bush y Barack Obama y a las que los principales medios de comunicación de la superpotencia apenas prestan ya atención.

A la opinión pública norteamericana y a la del resto del mundo occidental se les oculta la dramática realidad de la pérdida de centenares de miles de vidas bien sea por invasiones ilegales, bien por el embargo económico y comercial a los que Washington tiene sometidos a otros como Venezuela o Irán.

A los que hay que añadir las víctimas de conflictos en los que se utilizan armas fabricadas en EE UU y suministradas en concepto de ayuda militar a sus aliados como ocurre con el genocidio perpetrado por los saudíes en el Yemen o con la ocupación ilegal de tierras palestinas por el Estado judío.

Los ciudadanos de la superpotencia no ven los efectos de la enorme destrucción que las armas y la guerra económica provocan en pueblos de gente de piel oscura, deliberado ocultamiento que permite que las Fuerzas Armadas de EE UU sigan gozando de casi general respeto dentro del propio país.

Solo el miedo a ver enturbiada esa reputación ha hecho que varios ex jefes militares, entre ellos el general James Mattis que comandó las fuerzas norteamericanas en Irak y Afganistán, manifestaran en público su oposición al intento anticonstitucional de Trump de utilizar a las Fuerzas Armadas para reprimir las manifestaciones antirracistas estalladas en el país.

En los días que siguieron al asesinato por un policía sádico y racista del afroamericano George Floyd, los habitantes de Washington, por cierto que de mayoría negra y con una alcaldesa también afroamericana, se vieron conmocionados por la súbita conversión del distrito federal en una zona de guerra.

Para reprimir las manifestaciones antirracistas, Trump ordenó desplegar allí nueve helicópteros de asalto Tomahawk, miles de efectivos de la Guardia Nacional traídos de otros Estados de la Unión así como un millar de policías militares y otras tropas de combate fuertemente armadas.

Lo cual no debería sorprender a nadie, explican los activistas políticos de CODEPINK Medea Benjamin y Nicholas J.S. Davies (1), porque los norteamericanos han permitido a "la corrupta clase gobernante" dejar "la maquinaria de guerra más destructiva" de la historia en manos de "un presidente errático e impredecible".

Pero las guerras que EE UU ha llevado a cabo también bajo anteriores presidentes en el exterior obedecen a la misma ideología racista y a los intereses económicos de clase que "la guerra contra la población afroamericana" en el interior del país, denuncian los autores del artículo.

Quienes entonan el eslogan de "Las vidas negras importan", deberían incluir también las de los negros y otra gente morena destrozadas por las explosiones de las bombas norteamericanas en el Yemen o Afganistán o por las armas suministradas por Washington al Ejército y a la policía israelíes.

(1) Artículo publicado en "Counterpunch"

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