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Pedro de Silva

Felicitación con enigma

La felicidad como valor absoluto es invento intelectual, ideado además para marcar distancias respecto del común de los mortales. Una especie de forraje para éstos, mientras el intelectual, que se supone en el secreto de las cosas, se permite el lujo de sacar agua creativa de cierta infelicidad, pues la dicha es poco fértil y a lo sumo da berzas. Un muy buen amigo, e intelectual excelente, me desea en la onomástica: sé lo feliz que haga falta. Demasiada frase como para no intentar un comentario de texto. ¿Que haga falta a quién? ¿A mí? No dice eso. ¿A la creatividad agregada del cosmos? Un devoto benetiano no creería en tales monsergas. En realidad mi pregunta era equivocada, no es a quién, sino para qué, y elude el remate al darlo por sobreentendido: para sentirte vivo y celebrarlo. Estos juegos que no llevan a ninguna parte son la confirmación de estar a gusto en ésta.

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