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tRIBUNA LIBRE

El talante del ministro Illa

Desde el inicio de la pandemia, tuvo que ponerse al frente de una situación que desbordó a todo el mundo, en un Ministerio en el que las competencias estaban transferidas. Trabajó codo a codo con las consejerías de Sanidad de las comunidades autónomas y nunca salió de su boca ningún reproche.

En aquellas diarias comparecencias con el entrañable y prestigioso Fernando Simón, los dos, con aspecto cansado y preocupado, contestaban una tras otra las preguntas de la prensa, con educación y respeto (en muchas ocasiones, preguntas reiteradas y siempre con respuesta). Si en algún caso desconocían las respuestas por carecer en ese momento de la información, lo reconocían y contestaban que se informaría una vez que dispusiesen de los datos precisos.

El talante que demostró, además del talento, lo culminó al despedirse el 24 de junio en la Comisión de Sanidad del Congreso, dando las gracias a los integrantes de la misma, manifestando haber "aprendido de todos ustedes, por la actitud que han tenido". Al portavoz de Vox, Sr. Steegman, le dijo: "El médico que lleva usted dentro me ha enseñado cosas y se lo quiero agradecer". A la Sra. Gamarra, portavoz del PP: "La alcaldesa que usted lleva dentro, en la que yo también me reconozco, pues provengo del mundo municipal, que ha impregnado muchas de sus intervenciones, muy pegada al terreno". Y así uno por uno a cada uno de los portavoces. También, en otras ocasiones, en plenos del Congreso, ha dado las gracias al PP, y en particular a la que fue ministra de Sanidad, Ana Mato, por haber nombrado para el Centro de Emergencias Sanitarias a Fernando Simón. Es de sabios y de bien agradecidos el reconocer los aciertos.

La palabra filosofía significa 'amor a la sabiduría'. Salvador Illa es filósofo de formación y ello le imprime un carácter especial, que me recuerda también al talante de Ángel Gabilondo y de mis profesores de filosofía, Don Marcelino Jiménez y Don Miguel Cobaleda. Se caracterizan por su buen hacer y por ser hombres discretos, tranquilos y que saben escuchar, pues en eso se basa parte de sus estudios.

Durante este estado de alarma tuvo que escuchar día tras día verdaderas descalificaciones injuriosas hacía su persona. Nunca se exaltó. Algunos hasta le imputaban un delito, e incluso lo han llevado a los Juzgados, pero a él lo único que le preocupaba, y así lo demostró, era tomar decisiones para hacer frente a la pandemia y poder superarla, tratando en todo momento de salvar vidas. Está y estuvo rodeado de un equipo de técnicos, profesionales de reconocido prestigio, como el Doctor Fernando Simón o Raquel Yotti, pues él, como buen político, tiene que adoptar las decisiones basadas en los criterios de los expertos en Sanidad, aplicar ideas basadas en los conocimientos de los técnicos.

Escuché un día en Radio Nacional a Felipe González alabar a este ministro y su buen hacer. Decía que le recordaba a Ernest Lluch y estoy totalmente de acuerdo. Ernest Lluch, gran político y persona, padre de la sanidad universal, de la Ley General de Sanidad de 1986, no era médico ni pertenecía al mundo sanitario. Era doctor en Ciencias Económicas, catedrático de Historia de Doctrinas Económicas de la Universidad Central de Barcelona. Desgraciadamente asesinado por ETA el 21 de noviembre de 2000, en el garaje de su casa de Barcelona, y al que le estaremos todos los españoles eternamente agradecidos.

Y a ti, Salvador, gracias ministro, por tu buen hacer y por tratar de contribuir a esa unidad tan necesaria.

*María Margarita Adrio Taracido es senadora del PSdeG-PSOE por Pontevedra.

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