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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los parientes

Ha dicho, el presidente Feijóo, que los posibles visitantes de Galicia -sobre todo los de origen en Madrid- no son turistas, sino "parientes". O algo muy parecido: en realidad, acaso su señoría quiso insistir en dos ideas básicas, al menos en opinión de quien escribe. La primera, por razón de proximidad geográfica y política, a causa de la fraternidad con aquel Gobierno. La segunda, para marcar distancias con la derecha dura -que lo acusó de cerrar fronteras porque sí-, además de para que se reduzca lo menos posible el efecto económico positivo de las visitas.

Habría que añadir, casi como una obligación, lo increíble que resulta que alguien de talante moderado -aunque, como todos, se enfade de cuando en vez- tenga que hacer ese tipo de declaraciones. Y es también una muestra, o medida, de hasta dónde llega el nivel de irracionalidad que algunos estimulan desde los dos bloques en que se atrincheran, y que cualquier día de estos necesitarán parapetos contra la estúpida y provocadora retórica que emplean los radicales y que acabará por conseguir que a estos reinos no los conozca ni la madre -patria- que los parió.

Quien escribe, que como tantos otros tiene familiares -de los de verdad, no parientes postizos- no se imagina un gobierno de ningún tipo y cualquier "color" que prohibiese a sus conciudadanos reunirse con padres, hijos, nietos o hermanos, por un decir. Ni siquiera en términos de salud pública salvo cuando, y de forma temporal, se declare una pandemia que obligue, como aún sucede, a limitar derechos fundamentales. Ocurre que el riesgo, aunque disminuya, todavía existe, y eso obliga a prevenir: lo hizo, y parece que bien, la Xunta.

Y tendrá que seguir haciéndolo, porque es inevitable. La noticia de que se han detectado puntos de rebrote del Covid-19 en este antiguo Reino ratifica que la prisa es mala consejera y que despacio se llega de vez en cuando antes que corriendo. Un recado que debería ser incluido en los avisos oficiales que, con evidente desfase -y por tanto poco eficaces- se repiten de forma machacona. Y no basta con decir que una mayoría social gallega es prudente y cumple las normas: hay que asegurar que el resto, y los que se añadan, hagan lo mismo, porque pueden contagiar.

Insistiendo en lo del parentesco, no estorbará -aunque sea en clave irónica- recordar que hay una parte de él cuya visita es antipática y siempre aplazable. De esa anécdota, pasando a la categoría, conviene que se mantengan controles no solo en lo que a aeropuertos se refuerce. Una tarea demasiado difícil de llevar a cabo con éxito sin contar con el Estado y los concellos. Porque sus policías tienen un papel clave a la hora de contribuir también a la seguridad sanitaria. De ahí que, en la campaña electoral que -oficial o no- está en marcha, todos deberían cuidar lo que sale de sus discursos, no vaya a ser que se les eche al monte la retórica.

¿Eh??

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