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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La propina

A primera vista, la decisión de la Xunta de conceder un plus de 250 euros por las horas que, más allá de su obligación, dedicó el personal sanitario durante las muchas y muy duras semanas en que se concentró lo peor del Covid-19 resulta un gesto de gratitud más bien cutre. Y, como casi siempre ocurre con las llamadas horas extra que no se negocian, no dejan satisfechas a ninguna de las partes o, por mejor decir, la insatisfacción se vuelve generalizada. En función, claro, del nivel retributivo medio que, en situación habitual percibe cada grupo profesional.

Lo que resulta evidente es que hay reacciones y reacciones, y la que ha tenido el Consello de Colexios de Médicos de Galicia resulta, en opinión de quien escribe, una muestra de corporativismo orgulloso, sobre todo cuando dice que sus miembros "no necesitan propina". Esa negativa pudo ser expresada de manera más discreta, sin alharacas, pero eso no tendría un valor político-electoral, orientado a compensar la aparente "generosidad" que en la misma línea podría pretender la Xunta. Habrá que ver hasta qué punto llega la probable reacción en cadena de otras organizaciones.

Conste que el juicio de intenciones, pese al riesgo de error o injusticia que implica casi siempre resulta, en esta ocasión y circunstancia, adecuado. Es habitual que en víspera de comicios, el que no corra vuele para llevar el ascua a las sardinas que prefiere. Y hay bastantes indicios de que en determinados sectores profesionales de la Sanidad, como en diferentes actuaciones de los gobiernos, predomine estos días el afán del voto antes que cualquier otro. Lo que se puede comprobar con un análisis de bastantes actuaciones y/o proclamas, recientes y antiguas.

Volviendo a lo de la propina, y desde luego aceptando opiniones en contrario, llama la atención que el Colexio citado no incluya en su rechazo más que a sus afiliados. Es lógico desde un punto de vista literal, pero dado que se trata de cuantías monetarias que en absoluto se corresponden con el esfuerzo que se prestó por toda la escala sanitaria, bien podrían los redactores del rechazo haber incluido a los sectores del escalafón completo. Eso es lo que hace a quien esto opina insistir en lo del corporativismo que se citó. Eso sí: con todo respeto.

En suma, pues, de todo el episodio parecen desprenderse algunas conclusiones. La primera, que la Xunta quiso hacer un guiño para compensar un esfuerzo extraordinario con un gesto ordinario, y por eso solo le salió una mueca. La segunda, que el orgullo, sobre todo cuando se emplea de forma despectiva, produce más antipatía que otra cosa. La tercera, en fin, que en tiempos como estos -y los que aún están por venir, según los oráculos pesimista-- lo que menos conviene a la sociedad gallega es que se peleen entre sí los que deben servirla.

¿No...?

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