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El periódico, la Biblia de los bares

Es práctica arraigada en esta comunidad de tradición lectora el ritual de ojear el periódico a la hora del desayuno en los bares. El café y el diario son compañeros inseparables desde que la prensa existe. No se trata de una relación esporádica o mercantil: es sólida, robusta, basada en el aprecio mutuo. La capacidad del papel para generar en la población análisis crítico de la realidad y crear opinión pública encuentra en la barra del bar un escenario idóneo y dilecto. Podría decirse que uno moja titulares en el café mientras revuelve el contenido de la taza con la cucharilla.

Esa relación estrecha, antañona y fiable se quebró hace casi tres meses por culpa del coronavirus, un patógeno que, informativamente hablando, extiende con mayor efectividad su potente carga viral a través de las redes sociales, sacando provecho del bulo y del pánico. Por fortuna, los bares ya han abierto y el periódico ha vuelto a ocupar su lugar preeminente, como un antídoto.

Hay iluminados -u oscurantistas- que desaconsejan compartir el periódico en los establecimientos hosteleros por el riesgo de contagio. A esos desinformados habría que recordarles que la Organización Mundial de la Salud certificó hace meses que informarse por la prensa conlleva un riesgo "infinitamente insignificante" de contraer la enfermedad. Dos investigaciones llevadas a cabo en las universidades alemanas de Bochum y Greifswald avalan el dictamen. La porosidad del papel lo convierte en una superficie resistente a cualquier ataque viral (entiéndase esta frase en evidente doble sentido).

Si el consumo de periódicos es sano y su contenido nutritivo; si el desarrollo de la prensa es signo de buena salud democrática de un país donde los periodistas, como el personal sanitario y otros sectores profesionales, nos hemos mantenido firmes desde el minuto uno de la fase cero en la lucha contra el covid-19, poco más cabe decir. De manera que pueden seguir leyendo prensa en sus casas, con sus familias, y también en los bares: se lo aseguramos de muy buena tinta.

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