Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Un tarantulado ourensano del siglo XVIII

La atenta lectura del llamado "Expediente de la Tarántula", tramitado en el año 1782, guardado en la Sección de Consejos Suprimidos del Archivo Histórico Nacional y recogido y estudiado por el archivero y crítico literario conquense Ángel González Palencia (1889-1949), en Eruditos y libreros del siglo XVIII. Estudios histórico-literarios, 1948, despertó en mi recuerdo un viejo documento guardado en nuestra biblioteca familiar, que hace referencia a un posible tarantulado ourensano en el año 1878. Es dato curioso para un bibliófilo el que el ejemplar, hoy en mi poder, del libro de González Palencia perteneció a la Universitatis Sancti Joannis, según acredita su ex libris y el sello seco en relieve que ostenta en la portada. Llegó a mí, en el año 2011, de mano de mi colaboradora y amiga Helena Álvarez Trujillo, que bien conoce mi afán coleccionista.

Mis lectores habituales, en Faro de Vigo, ya conocen dos aportaciones mías previas sobre la enfermedad de la danza. El primer artículo, Enfermedad de la danza o baile de San Vito (24.08.2014), hacía referencia a cómo Europa, durante la Edad Media, de tiempo en tiempo, incluso de forma estacionaria, se vio asolada por grandes epidemias que ocasionaban una elevada mortandad. Unas eran de evidente carácter infeccioso -peste, cólera, tifus, sudor miliar?- en las que era innegable la influencia de las condiciones ambientales o externas, aunque fuera del concepto higienista actual. Frente a ellas se hacía lo que se podía y se sabía, que era más bien poco. Otras -catalogadas como enfermedades demoníacas, brujería?- respondían a causas más inciertas, aunque en realidad tenían un origen determinado o, en muchos casos, se trataba de trastornos psicopatológicos compulsivos. Entre estas últimas, estaba la enfermedad de la danza o baile de San Vito, también denominada danzomanía, manía danzante, manía de bailar, plaga del baile, epidemia del baile, baile de San Juan, tarantismo, tarantinismo?-. El conjunto de estos términos hacen referencia a un proceso, individual o colectivo, en el que los afectados realizan movimientos involuntarios, incontrolados, irregulares y espasmódicos de las extremidades que muchas veces se asemejan a un baile, unidos a otras manifestaciones como falta de coordinación, dificultades para caminar, hablar o tragar, cambios de personalidad y trastornos cognitivos. Aunque se relacionó con la ingestión de cornezuelo de centeno (hongo en el pan fermentado que contiene sustancias psicotrópicas), con toda probabilidad, el origen de la plaga del baile, como afirma John Waller, de la universidad de Michigan ( A time to dance, a time to die. Hardcover, 2008), estaría en una psicosis colectiva, de tipo compulsivo, sobre una sociedad civil pobre, desesperada por la hambruna y, sobre todo, sugestionada por oscuras creencias. En Galicia, Xesús Taboada Chivite ( Etnografía galega. Vigo; Galaxia; 1972) relacionó la manía danzante con la ruada o foliada de la antigua mocedad rural gallega, en la que los mozos rodeaban a las mozas y les cantaban canciones. El segundo artículo en este diario, Corea imaginativa versus corea real (31.08.2014), recogía el equivalente médico de la enfermedad de la danza, la chorea (baile), término acuñado por vez primera por el médico y alquimista Paracelso, en el siglo XVI, que diferenció tres formas: chorea lasciva, chorea imaginativa y chorea naturalis. Las dos primeras clases serían la expresión de fenómenos psicopatológicos de carácter generalmente histérico y colectivo. La última forma, es decir, la naturalis, englobaría a dos enfermedades neurológicas concretas: la corea de Syndenham (descrita el 1668) o corea menor (debida a una fiebre reumática posterior a una infección faringoamigdalar por el Streptococcus pyogenes) y la corea de Huntington (descrita en 1872) o corea mayor (genética, hereditaria y degenerativa).

El nombre de tarantismo tuvo su origen en la suposición de que la manía danzante estaba originada por la picadura de una tarántula ( Lycosa tarantula), asimismo conocida como "araña lobo", de gran tamaño, velluda y de tonos pardos. Las grandes Lycosas muestran en la parte inferior del abdomen una zona anaranjada sobre la que se dibuja perfectamente la silueta negra de una guitarra, aspecto que contribuyó a alimentar la imaginación popular. La nominación del arácnido viene de su procedencia, la ciudad de Tarento (Apulia, Italia), lugar en el que, al parecer, había muchas de estas arañas. La tarántula pinchaba especialmente a los campesinos que realizaban el segado durante los meses de verano y de ahí surgió la leyenda de que ciertos espíritus se encarnaban en ellas, siendo imprescindible prevenirlos o curarlos mediante bailes folclóricos. Entre estas danzas sobresalía la tarantela, baile popular del sur de la península italiana, de tempo muy rápido, con un compás 6/8 (a veces 18/8 o 4/4), que se acelera progresivamente y suele acompañarse de palmas, castañuelas o panderetas. A los supuestos picados se les llamaba tarantulados o atarantados. El tarantismo era en realidad una enfermedad de la psique, falsamente atribuida a la picadura de tarántula, que creían que podría incluso causar la muerte. Todo era una superstición. No obstante, se extendió por toda Europa, unida a la creencia de que mediante la danza purificadora se podría evitar la aparición, ya que con el sudor que provocaba el baile furioso y prolongado eliminaba la ponzoña de la araña porque los movimientos, cada vez más rápidos, centrifugaban el veneno fuera de la circulación. Las personas que sentían un picotazo o veían cualquier marca en la piel creían haber sido picadas por la tarántula. Al presunto picado se le sumaban al baile otras personas que creían haber sido afectadas en el pasado, para evitar la reaparición de los síntomas. En España se citaba con mayor frecuencia en Andalucía, Aragón, La Mancha y Extremadura; mientras que los casos en Galicia fueron excepcionales. La creencia hizo que llegase a ser habitual recurrir a un músico para que tocase una melodía con la vihuela. De tal costumbre viene el pareado extremeño: "Si vas al campo, llévate la vihuela / por si te pica la tarantuela". En la fauna española hay muchas especies de arañas, si bien ninguna potencialmente mortal, salvo algunas observaciones en personas alérgicas a sus picaduras. Lo que sí es cierto es que hasta un cinco por ciento de la población padece aracnofobia, comportamiento codificado en el ADN. Entre las arañas ibéricas está la Latrodectus tredecimguttatus o "viuda negra española o europea", emparentada con la "viuda negra americana", aunque aquella con mucha menor peligrosidad. La "viuda negra española" es muy reconocible y llamativa por su color negro, con trece manchas rojas brillantes y en nuestro país habita sobre todo en Asturias y Cantabria. Existen algunas arañas en zonas tropicales de África, Sudamérica y Australia, cuyas picaduras pueden ser mortales por sus venenos neurotóxicos (parálisis, pérdida de conciencia) y necrosantes (destrucción de tejidos).

El viejo documento, arriba aludido, sobre un presunto tarantulado ourensano, está integrado por dos hojas manuscritas sobre papel. Una de las hojas tiene tamaño folio menor, está muy deteriorada, parcialmente destruida, con falta de partes del texto, y de muy difícil lectura. La segunda hoja es un fragmento de papel de 16 x 7,5 cm. Ambas hojas las encontré guardadas entre las páginas 324 y 225 del libro Medicina práctica de Guadalupe; su autor don Francisco Sanz de Dios y Guadalupe, del gremio de la Universidad de Salamanca y graduado en ella por la capilla de Santa Bárbara, médico primero de la Real Casa y Reales Hospitales de Nuestra Señora de Guadalupe, dedicado a la siempre Virgen María en su Santísima y prodigiosa Imagen de Guadalupe. Madrid, por Domingo Fernández Arrojo, 1730. Ejemplar excepcional que conservo en nuestra biblioteca y que analicé en su día en uno de estos sueltos ( Medicina de Guadalupe. Faro de Vigo, 3.06.2018). La primera de las hojas manuscritas, fechado en Orense en ¿1778? -es lo que me parece leer-, recoge los datos de un "enfermo que dice haber sido picado por una tarántula y que siente dolor de cabeza, dolor opresivo en el pecho y espaldas, dolor en el cuello, incapacidad para moverse, difícil respiración, erutos y rugidos en el abdomen?". Más abajo puede leerse: "estraña postura, rediculo gesto, ansiedad en boca de estomago, no difícil respiración, sin palpitaciones del corazón? Afecto histérico. Tintura antihistérica de Sanz". La segunda hoja manuscrita de letra legible -que aquí reproducimos- son unas cuantas líneas, firmadas por José Guerra (el posible paciente), en que interpreto se pone a disposición de don José Montesinos (el posible médico), al que se dirige como "Muy señor mío y todo mi dueño?". En el reverso aparece el nombre de un tal Rey Ferro y se enumeran una serie de onzas, que ignoro si fueron pagos sucesivos al médico. En el margen izquierdo de la página 325 de Medicina práctica de Guadalupe, aparece una nota manuscrita por el propio médico -al menos es la misma letra- que reza: "esta es la receta de la tintura antihistérica de Sanz, y la que se usa aquí". Nada más puedo añadir.

En cuanto "Expediente de la Tarántula" fue el resultado de una comisión creada en nuestro país para analizar los casos registrados, entre 1787 y 1807, en Daimiel y otros pueblos de la Mancha (Manzanares, Almagro, Moral de Calatrava y El Viso). El Consejo de Castilla encargó su ejecución a Miguel Cayetano Soler -abogado del Colegio de la Corte y Juez de la Comisión-, que tomó declaración a pacientes, médicos, músicos y testigos. Son muchas las evidencias recogidas que hoy podrían ser analizadas a la luz de los conocimientos actuales. En Daimiel, para curar a un tarantulado, Manuel de Córdoba, ya moribundo, tocó la tarantela Fulgencio Martín Negrillo, son que ejecutó con su guitarra y "era parecido en sus puntos a las folias, y en la mano al canario, quedando maravillado al observar que aquel hombre, que antes no tenía movimiento alguno, en su cuerpo, empezó a menear al compás de la guitarra? hasta que por fin quedó enteramente bueno". Otros casos similares son relatados en los distintos pueblos, cuya curiosidad e interés para la historia de la Medicina es indudable y cuya lectura les recomiendo. Aquí me resulta imposible verterlos, dada su extensión. Los autores del documento llegaron al conclusión final que el baile era efectivo contra la picadura. Júzguenlo ustedes.

Compartir el artículo

stats