"Desde la infancia tenemos hambre de historias como tenemos hambre de alimentos. Ya sean en forma de cuentos, de novelas, de películas, de canciones, de noticias?, las historias influyen en nuestra vida, aunque no seamos conscientes de ello. A menudo decidimos lo que está bien o mal hacer, basándonos en los personajes y en las historias que hemos asimilado. Los relatos nos enseñan; plasman nuestras convicciones y nuestros comportamientos; nos pueden ayudar a entender y a decir quiénes somos" (Papa Francisco).

No, no voy a escribir hoy sobre la importancia que tienen en la educación, ya desde la infancia, las buenas lecturas y la empatía que surge en niños y adolescentes hacia los modelos, los héroes y los ideales que se les proponen, incluyendo por supuesto, y somos testigos de ello, los cuentos que nos han leído o narrado para provocar nuestros sueños.

Hoy celebra la Iglesia, en el domingo de la Ascensión y desde hace más de cincuenta años, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en la que cada año el papa elige un aspecto de la comunicación para reflexionar sobre él y reiterar a la vez la importancia y corresponsabilidad de profesionales y usuarios, respecto al buen uso que en favor de la verdad hemos de hacer todos, tanto de las tradicionales como de las nuevas tecnologías. Y el papa ha elegido como lema de esta jornada 2020 un texto del libro bíblico del Éxodo: "Para que puedas contar y grabar en la memoria" lo que has de contar a tus hijos y a tus nietos, pues "La vida se hace historia". Y comienza su mensaje invitándonos, especialmente a los comunicadores, a tejer "historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos. En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros". Preciosas palabras del papa que suenan como un homenaje a cuanto de hermoso se ha dicho y escrito a la largo de la historia de la cultura y de la literatura configurando relatos que nos han servido durante siglos para hacernos más humanos.

Sería imperdonable en esta línea de argumentación, privar al lector de otra profunda intuición del papa Francisco: "El hombre no es solamente el único ser que necesita vestirse para cubrir su vulnerabilidad (cf. Gn 3,21), sino que también es el único ser que necesita 'revestirse' de historias para custodiar su propia vida. No tejemos solo ropas, sino también relatos: de hecho, la capacidad humana de 'tejer' implica tanto a los tejidos como a los textos". Aunque a menudo, indica el papa, tanto en la convivencia como "en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia. Recopilando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la historia humana, sino que se despoja al hombre de la dignidad".

Solicita por ello el papa de los comunicadores -yo quisiera incluir en ese pack a padres y maestros-y los Obispos españoles en su mensaje insisten también en ello, que ansíen lograr la necesaria sabiduría "para recibir y crear relatos bellos, verdaderos y buenos", historias de esperanza, "historias que saquen a la luz la verdad de lo que somos, incluso en la heroicidad ignorada de la vida cotidiana" y en los crudos relatos de lo que debe ser inimitable y despreciado. Así suelen hacerlo habitualmente tantos profesionales en los distintos medios de comunicación, como lo estamos notando, aún más ahora, en los difíciles momentos de la pandemia que nos azota, y que para tantos colegas añade, además, el sacrificio del teletrabajo, que para un periodista de raza es como el sillón-ball para los deportistas; y de las sobrevenidas dificultades económicas para las empresas de medios, que anuncian horizontes oscuros para sus profesionales?

Estupenda jornada, pues, la de hoy para dar las gracias a todos los comunicadores y para apoyar, en la medida de nuestras posibilidades, el oficio y tarea de cuantos han convertido en vocación el tejer historias de información honesta, de contraste libre de opiniones e incluso de entretenimiento y diversión, que tanto contribuyen a que nuestra vida sea más saludable y feliz. Gracias, felicidades y que Dios os ilumine y bendiga.

*Sacerdote y periodista