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Pacewicz: un siglo

La mañana del cuatro de septiembre de 1897, desembarcó en Vigo, procedente de Cherburgo, el arquitecto francopolaco Michel Pacewicz.

Faro de Vigo recogió su llegada, informando que se hospedaría en el Hotel Europa y que en su equipaje traía los planos de importantes obras que se desarrollarían próximamente en la ciudad.

No sabemos con certeza si efectuó alguna visita anterior, lo que parece probable, pero lo cierto es que a partir de esa mañana se inició una sorprendente carrera profesional que convirtió a Vigo en una distintiva ciudad ecléctica, con espectaculares edificios neogóticos o neobizantinos, en la mejor tradición parisina de la segunda mitad del siglo XIX.

Nos consta documentalmente que Pacewicz había sido alumno y apadrinado de Paul Abadie, uno de los más destacados arquitectos franceses finiseculares, autor del Sacré Coeur de Montmartre. Fue el patrocinio de Abadie lo que permitió a Pacewicz ingresar en la selectiva y prestigiosa Societé Central d'Architectes de París. Una perfecta carta de presentación ante la burguesía local a la que fue presentado por su amigo Benito Sanjurjo.

En pocos años, Pacewicz desarrolla en Vigo un catálogo impresionante: Desde la impronta pompier de El Moderno, en la Puerta del Sol, al delicado toque neobizantino de la Escuela de Artes y Oficios. Del neogótico de la bellísima Casa Yáñez, en La Alameda, al orientalismo de la, milagrosamente superviviente, vivienda para Rosendo Silva en López Mora.

Será en esta inicial etapa viguesa cuando salga a la luz lo mejor de aquel arquitecto francés de raíces polacas, formado en lo más selecto de la escuela decimonónica parisina.

Tan sólo seis años después de su primer viaje documentado a Vigo, tomará importantes decisiones: A punto de cumplir sesenta años, contrae matrimonio, cierra su estudio del entorno impresionista del Sena y se traslada definitivamente a Vigo, donde la pareja residirá inicialmente en uno de sus primeros edificios vigueses: la Casa Bárcena, en la Puerta del Sol.

Ya instalado en la ciudad, resulta curioso constatar que el nivel de su obra se contrae, tanto por el volumen de encargos como por la exquisitez del diseño.

En este segundo período destacan el conjunto de edificaciones, promovidas por sus habituales clientes en el arranque de la margen izquierda de la actual calle Urzáiz.

Y también el que tal vez sea su trabajo más claramente parisino: la espléndida casa para Benito Sanjurjo en La Alameda.

Entre sus trabajos finales destacará su intervención en el primer cine estable de la ciudad, el Royalty, en Velázquez Moreno, a la que seguirá el Odeón, en Urzáiz. Ambas salas, lamentablemente demolidas, constituyen todo un homenaje a las voluptuosas salas parisinas que Pacewicz conoció bien en el momento y lugar exactos en que nació el séptimo arte.

El dos de febrero de 1921, de debilidad senil según consta en su partida de defunción, fallece en la calle Urzáiz Michel Pacewicz, el arquitecto que había forjado la característica imagen afrancesada del Vigo finisecular.

El regreso inmediato de su viuda a París y la carencia de descendencia son algunos de los factores de la insólita desaparición de la memoria ciudadana del gran arquitecto. Su recuperación no se produciría hasta finales del siglo XX, casi cien años después del estallido de su magna obra.

El próximo febrero se inicia por tanto el año del centenario de su muerte, para el que se preparan actos conmemorativos de entidad.

Y sin embargo, no puedo dejar de pensar que el mayor homenaje a su obra no sería otro que facilitar los instrumentos urbanísticos que posibilitaran la rehabilitación de aquellas construcciones que son, sin duda, el gran tesoro de la arquitectura viguesa.

*Arquitecto e historiador

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