Aunque la vida sea en si misma un hecho bastante aleatorio, para hacer vida en la vida con algún confort necesitamos que la dieta de riesgo vital no sea muy alta. Cada país y cada tiempo tiene su dieta, que la mente de sus habitantes procesa pronto, pues será el condicionante último de todos los planes que hagan. Otra cosa es que de este asunto se hable solo lo justo, pues ni resulta de buen gusto ni hace mucha falta, al tratarse de un valor entendido. Bien, el caso es que a estas alturas de la película da la impresión de que el coronavirus se quedará largo tiempo entre nosotros, ya sea como realidad o como amenaza, lo que implicará cierto cambio tanto en la dieta de riesgo vital como en su distribución por rangos de edad y de vulnerabilidad. Será bueno, por tanto, ir mentalizándose al cambio de dieta. En el fondo es la premisa necesaria para adaptarnos en todo de una forma duradera.
