Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

tribuna del lector

Las residencias de mayores

En el Club 55 vamos a visitar todos los meses las residencias de mayores, por lo cual conocemos casi todas los hogares del 'interland' de Vigo.

Llegamos a las cuatro y media de la tarde y nos vamos alrededor de las seis. Primero, actúa nuestro coro con un repertorio de canciones con las que provocamos que también nos acompañen los residentes, reclamamos algunas poesías y, al final, nos ponemos a charlar con ellos y vemos que es gratificante para todos, aunque nos cuentan sus historias que muchas veces son tristes.

En nuestras actuaciones, estas personas cuando empezamos están serias y, poco a pocop, van cambiando su semblante y terminan aplaudiéndonos mucho. Y con sus caras alegres, a veces hasta bailamos con las señoras mayores, que están muy agradecidas por nuestra presencia en la residencia. Solemos observar lo siguiente:

1. - Que hay un personal la mayoría de las veces muy eficaz y alegre para levantar el ánimo de estas gentes.

2. - Una parte muy importante de estos mayores están muy afectados por achaques y cuando se habla de que hay muchas víctimas del coronavirus, a nosotros no nos extraña porque a un pequeño soplo se caen.

3. - La mayoría de las residencias son privadas, no son ni de la Xunta ni del Estado ni de los concellos. La iniciativa empresarial viene a cubrir esta necesidad por falta de residencias y, como es lógico, buscan un beneficio que será justo cuando cumplan con todos los requisitos que exige la ley de las residencias.

Se habla de omisiones o de falta de cumplimiento de la ley por parte de la dirección de estos centros. Yo creo que las administraciones ya que no cubren esta demanda real de atender a estos mayores. Deberían de tener aquellas un servicio de inspección eficaz para detectar los posibles fallos.

A todos nos llegará la hora de nuestra vejez, a unos antes que a otros. Es una realidad que nos llegará y, con ella, los achaques. La salud es un factor fundamental que es importante siempre, pero que en la vejez es fundamental.

Las personas que tienen medios económicos suelen morirse en casa atendidos por un servicio adecuado y con las visitas de sus hijos y nietos. Pero la mayoría de los mortales no tienen estos medios económicos y tienen que ir a una residencia, sobre todo si la salud les falla.

Yo recuerdo a mi padre José Regojo contar una anécdota en su pueblo de Fermoselle (Zamora), sobre que a un abuelo al ser mayor se le llevaba a la residencia de ancianos y se iba en comitiva con hijos y nietos. El viejo, en el alto de un camino, les dijo: "Parar aquí para ver el pueblo; también mi padre antes de ir a la residencia se paró aquí". Uno de los hijos le dijo: "Padre, usted no se va a la residencia, se queda a vivir con nosotros. Yo no quiero cuando sea mayor ir a la residencia de ancianos". Mis padres y mis suegros murieron en casa rodeados del cariño de sus hijos y nietos.

Las residencias son necesarias, pero teníamos que aplicarnos la enseñanza de mi padre y, aunque cueste sacrificio y molestias, teníamos que hacer nosotros mucho más por nuestros mayores, que a ellos les debemos casi todo y se merecen todo nuestro agradecimiento.

*Miembro del Club 55

Compartir el artículo

stats