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La crisis, la vuelta a la normalidad y el sector del automóvil

El automóvil es una realidad poliédrica. Es tema de conversación recurrente a la hora de medir el pulso de la actividad económica y el clima de los negocios: el primer dato que se publica puntualmente cada día primero de mes es el de matriculaciones, que sirve para diagnosticar la salud de la economía y la confianza de los consumidores. También acapara buena parte de la atención al abordar el presente y futuro de nuestro medio ambiente. Y es un pivote central cuando pensamos en la autonomía y la posibilidad de cumplir el sueño de ir de un lado a otro sin ataduras.

Pero en este momento, la cara que destaca es su importancia para nuestra riqueza y bienestar colectivo. Porque supone alrededor de la décima parte del PIB de Galicia, si incluimos toda la cadena de valor; es decir, la industria de componentes, las fábricas que montan esos componentes y sus redes de concesionarios. Además, genera empleo muy estable y de calidad. En España, más de medio millón de personas de alta cualificación en todos los escalones de su cadena de valor. Por su parte, la red de distribución emplea 160.000 personas repartidos en 2.152 concesionarios, según datos de su patronal Faconauto.

Tercero, es un sector de alta tecnología, que moviliza una intensa investigación y desarrollo. En el año 2019, se dedicó a este capítulo más de 57 mil millones de euros en la Unión Europea. Su componente innovador está acreditado por la enorme evolución de los modelos que cada año introducen mejoras, tanto en el ámbito de la seguridad activa para que los automóviles eviten daños a los pasajeros, como en la capacidad de absorber los golpes para no ocasionar daños a personas ajenas al propio vehículo. Pero esa I+D también está volcándose en evitar las emisiones perjudiciales para el medio ambiente. La totalidad de los coches y camiones que se venden en el año 2020 de motor de gasolina o gasoil tienen que cumplir la exigente normativa denominada Euro 6 y de homologación conocida como WLTP, por sus siglas en inglés, que armoniza las formas de medir las emisiones en todo el mundo, poniendo fin así a la discrepancia que se originó hace unos años en esta materia. Hoy las normas de emisión son uniformes para el conjunto de los constructores mundiales.

Todo lo anterior debería bastar para entender la enorme importancia del sector para la salida de la crisis y el futuro de Galicia a corto, medio y largo plazo. Por su capacidad de arrastre, tiene todo el sentido pensar en un tratamiento asimétrico para el sector a la hora de diseñar las medidas de dinamización y estímulo de la economía. En particular y teniendo en cuenta que la edad media del automóvil en España es de 12 años (13 en Galicia) frente a una cifra en Europa de 10 años, creo que es el momento de pensar en un nuevo Plan PIVE bien orientado a eliminar aquellos que, por su antigüedad, constituyen el mayor riesgo en los diferentes aspectos del uso del vehículo y el mayor impacto medioambiental negativo.

Es tiempo de reactivar la economía, y de que los ciudadanos retomen su vida normal y sus actividades ordinarias.

*Presidente del Foro Económico de Galicia

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