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Veinticinco años después de la publicación de 'Animal Liberation'

Hace ahora 25 años que Peter Singer publicó Animal Liberation. Este libro ejerció una influencia decisiva en las organizaciones que luchan por los derechos de los animales. Singer acepta la justificación de la existencia de los derechos mediante la derivación de principios utilitaristas, en particular mediante la aplicación del principio de minimización del sufrimiento.

En Liberación animal Singer se opone a lo que denomina especismo: discriminación a un ser vivo por el solo hecho de pertenecer a una determinada especie. Defiende el derecho a una igual consideración de todos los seres "capaces de sufrir". Así, admite que conceder menor consideración a seres porque tengan alas o pelaje no es más justo que discriminar a alguien por el color de su piel. En concreto, expone que mientras que los animales dan muestra de menor inteligencia que el ser humano medio, muchos seres humanos con retraso mental grave muestran una inteligencia comparable a la animal, y que por ello la inteligencia no justifica que se otorgue menor consideración a los seres no humanos que a los humanos con retraso mental.

Singer no condena específicamente que se utilicen animales para el consumo humano siempre que los métodos que se utilicen para matarlos no conlleven ningún tipo de sufrimiento, pero concluye que la solución más práctica, para evitar controversias, es adoptar el veganismo. Singer preconiza que un mono y un bebé podrían ser igualmente utilizables para experimentos, desde un punto de vista moral y en igualdad de condiciones. Si realizar un experimento con un bebé no es justificable, Singer defiende que tampoco lo es con animales.

Este filósofo australiano obtuvo en 1999 la cátedra de bioética en el Centro para los Valores Humanos de la Universidad de Princeton. Pocas veces un nombramiento de este tipo ha suscitado tanta controversia. La carta publicada por los Estudiantes de Princeton contra el Infanticidio, días antes de que este asumiese sus funciones, es una declaración rotunda contra Singer por defender abierta y claramente que: "Ciertas personas minusválidas son individuos cuyas vidas no merecen ser vividas, y que matar a un niño minusválido, con espina bífida, o síndrome de Down no es un hecho moralmente equivalente a matar a una persona. Con mucha frecuencia, no es en absoluto injusto". Cuesta creer que un profesor de bioética defienda esas posturas, pero esos estudiantes no se inventaron nada. Singer ha utilizado esa relevante plataforma académica para promover sus ideas, y, entre otras actuaciones, es el promotor más importante del proyecto Gran Simio.

Para Singer todos los animales tienen derechos, "porque le criterio en moral no estriba ?según él? en saber si un ser puede razonar o hablar, sino si puede sufrir". Así, declara: "Todos los argumentos que pretender probar la superioridad del hombre no pueden ocultar esta cruda realidad: en el sufrimiento todos somos iguales". Para Singer cualquier referencia a la dignidad humana es ilegítima e inoperante.

La posición de Singer en relación al "bienestar animal" no puede ser rechazada a toda prisa, puesto que la utilización de los animales por el hombre no debe hacerse sin límites, sin reglas, ni sin una forma efectiva de respeto. Cada vez son más y más detalladas las guías para conseguir que el manejo de animales de experimentación, o en granjas industriales, se haga infligiéndoles el menor dolor posible. El hecho de que todos los animales tengan sensibilidad y puedan sufrir requiere una forma de reconocimiento por parte del hombre. Esto es tan real y de tan sentido común que ya Tomás de Aquino en el siglo XIII dejo dicho: "La pasión sensible de la misericordia nace del sufrimiento del otro, y como los animales pueden sufrir, el hombre puede experimentar ese sentimiento también por los males que aquejen a los animales. Es por tanto probable que, si experimenta un tal sentimiento de piedad frente a los animales, estemos más favorablemente dispuestos a sentirlo hacia los demás hombres".

Algunos seguidores de la postura de Singer, piensan que la división entre personas y animales es puramente artificia, y una argucia práctica del humano que le permite justificar su actitud de dominación sobre las demás especies. Sin embargo, esta división se funda en las diferencias evidentes entre las capacidades del hombre y las de los demás seres naturales. Concretamente, en su capacidad de ser libre, de la que carecen los animales. La libertad es el constitutivo por el que solo el hombre (y la mujer) son capaces de derechos. Por lo demás, que el hombre haga sufrir a los animales o esquilme la naturaleza es una prueba, a sensu contrario, de la existencia de su libertad y autonomía.

El libre albedrio es el elemento ontológico que permite al sujeto orientarse en verdad y con responsabilidad hacia el universo existente. También hacia la objetividad y, asimismo, hacia su propia autoconciencia e interioridad. La libertad es el lugar propio y vivo del hombre, que no está necesariamente ligado a sus instintos. Es en ese lugar donde el hombre constituye su autoconciencia, su interioridad y subjetividad, y logra su autorrealización. La libertad de que gozan los hombres ?materialmente limitada por deberes naturales y compromisos adquiridos? es diferente al actuar conforme a los propios caprichos; es consecuencia de ser una criatura espiritual, y está muy ligada al amor. La verdadera libertad de espíritu es, por tanto, la capacidad y actitud habitual de obrar por amor, especialmente en el empeño de seguir lo que, en cada circunstancia, Dios le pide a cada uno, que es lo que más conforme a su naturaleza y lo que le hará verdaderamente feliz.

*Dr. en Biología. Presidente de la Asociación Galega de Bioética

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