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Toquen la misma partitura

En los momentos de crisis las sociedades sacan lo mejor de ellas mismas, de la misma manera que el director es capaz de sacar lo mejor de todos los integrantes de una orquesta.

Es difícil tener una buena orquesta, y si se llega a conseguir, cada director dirigirá con los dones de su talento. Y aun así, el éxito del concierto dependerá del auditorio, del repertorio y hasta de la predisposición de la audiencia.

En momentos en los que era necesario afinar los instrumentos ante la desaceleración, el Brexit o la Guerra Comercial EE UU-China, empezamos a comprobar que, en la orquesta del Gobierno, algunos intérpretes desafinaban, quizás por falta de ensayo, o no tocaban la misma partitura.

Desde China, in crescendo, llegaban sonidos a los que no se prestaba atención. El Covid-19 ha sido más rápido que la mayoría de los gobiernos. En España, la orquesta aún no tocaba acompasada ni los acordes más simples, cuando la crisis dejó en evidencia la ausencia de armonía.

Para los empresarios han resultado estridentes muchas medidas, con anuncios que se modificaban y publicaban al filo de la medianoche, tan estruendosas como sus rectificaciones. El resultado ha sido el desconcierto generalizado, una sensación de improvisación y una inseguridad jurídica, a la que se ha sumado la más absoluta incertidumbre, la peor enemiga de la actividad empresarial.

La rectificación sobre los permisos de salida a menores, ha sido la última de las notas desafinadas del Gobierno. Pero, sobre todo, la muestra fehaciente de que las quejas del tejido empresarial por la deficiente gestión económica de la crisis estaban más que justificadas.

No hay batuta, tampoco sintonía. No hay música, sino ruido. Ser Ejecutivo exige ser resolutivo, y no solo es aplicar medidas, es hacerlo en el momento justo. Llegar tarde al auxilio de las empresas, es condenarlas a desaparecer.

Está pasando en demasiadas ocasiones. Los créditos ICO, en caso de ser concedidos, no están llegando a tiempo de pagar gastos (alquileres, nóminas, etc.). La moratoria del pago de la cuota de autónomos llegó tarde y tuvieron que pagar la de marzo, ya veremos la de abril. Algo similar sucedió con el impuesto de Sociedades o con el IVA del primer trimestre.

La orquesta chirría. Tras muchos traspiés, entrando a destiempo y destrozando la partitura, a los empresarios nos sigue sorprendiendo y preocupando porque lo que menos necesitamos son improvisaciones desafinadas. Lo que queda por venir exige una batuta experta y firme, además de una orquesta disciplinada, capaz de sonar al unísono y con armonía. Y entregada a su música, que en este caso es gestionar los recursos públicos para evitar la quiebra del sistema productivo en esta situación excepcional.

Nos conformamos con que se imponga el sentido común, que se esfuercen por tocar la misma pieza con un mínimo de coherencia, y lleguen en tiempo y forma las medidas que necesitan las empresas, porque sólo así podrá recuperarse la economía. Sólo así habrá futuro.

Quizás a algunos gobernantes les hiciese falta escuchar más a la Coral Casablanca, y aprender de la batuta de su director para poder interpretar este Nessun dorma con garantías. Están invitados.

*Presidente Confederación de Empresarios de Pontevedra

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