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Javier Cuervo.

Un millón

Javier Cuervo

Respetemos las reglas

Seis semanas de confinamiento

A estas alturas del confinamiento hay que dejar de oír "Resistiré" y pinchar "Despacito", para que el gobierno se dé por aludido. Seis semanas después, la casa está como un jaspe, los armarios para entrar a vivir y el congelador, colmado de menús. Seis semanas después, el Estado sigue devolviendo pedidos de test que no prueban y de mascarillas que sirven para un atraco, pero no protegen del coronavirus. ¿Quién lo está haciendo mejor? Si no tiene mascarillas reparta recortables, que esto se ha vuelto pesado.

Seis semanas después ordene la retirada de la televisión de los militares que mandó formar para alarmarnos sobre nuestro estado porque también se les nota la pobreza de nuestra tradición y se ve en ellos que el logro desde 1977 es que obedezcan a las autoridades civiles, aunque no manejen aún las finuras políticas básicas del lenguaje.

La política del quietoparao y el ambiente de vino español del día de las Fuerzas Armadas no pueden durar siempre. Si en seis semanas de confinamiento la inmensa mayoría de los españoles han respondido con sensatez será que son sensatos en su inmensa mayoría. Sabrán sacar a pasear a sus hijos según las reglas del estado de alarma y seguro que sabrán ellos mismos caminar solos, de acuerdo con los tiempos, por el amplio espacio y el aire libre de parques, patios, calles y jardines, menos peligrosos que el interior de los supermercados con pasillos estrechos y mercancías que han pasado por muchas manos.

No hay tantos sitios a donde ir ni tan peligrosos que no los pudieran frecuentar los hipertensos, obesos y cardiópatas -siempre menos de los que querían los médicos- para los que la vida también sigue. Ponga las reglas. Ve que sabemos respetarlas. Y si no tenemos arreglo, no lo tengamos.

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