Por primera vez España pone al límite su capacidad de respuesta. Es un enemigo conocido e invisible el que hiere nuestros pulmones y se ha llevado por delante la vida de miles de españoles. Nuestro país dispone de un sistema público de salud excepcional, y un sistema sanitario privado, complementario del anterior, moderno y dotado de tecnologías y especialistas de primer orden, desde un aseguramiento con múltiples opciones a la atención clínica rápida y eficaz, y una red hospitalaria amplia y eficiente; para muchos, sumadas ambas capacidades, el español es uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo.
La rapidez del desarrollo de los acontecimientos nos ha puesto a prueba. Cada uno debe actuar según sus competencias y responsabilidades. La nuestra fue instantánea, poner a disposición de la Xunta de Galicia nuestras clínicas, nuestra tecnología puntera, nuestra capacidad investigadora, desprogramar citas, poner en marcha la atención telefónica y videotelefónica, implantar y difundir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y de nuestros especialistas, multiplicar los mensajes por todos los canales posibles, analógicos y digitales, proteger a nuestros pacientes, trabajadores y profesionales, y ponernos bajos las órdenes del Gobierno de España.
Son horas duras, tristes, inagotables, deseamos que el confinamiento decretado rompa la virulencia del contagio y la curva de casos y fallecimientos se atenúe para que tengamos tiempo de diagnosticar, tratar y curar a todos. Miles de investigadores de todo el mundo han cambiado su foco hacia el coronavirus con dos urgencias extremas: adecuar los fármacos y tratamientos conocidos a la nueva pandemia, y encontrar una vacuna que en un futuro inmediato prevenga la enfermedad; a favor juega la inmediata secuenciación del genoma del virus, y la experiencia científica y médica en generación de vacunas por epidemias víricas frecuentes y recientes. Una extraordinaria masa de recursos profesionales, científicos, tecnológicos, económicos, trabajando en red en hospitales, universidades, centros de investigación y en la industria farmacéutica, como jamás imaginamos, lucha por encontrar cuanto antes el remedio soñado ante tanto dolor y tanta incertidumbre.
Tal esfuerzo de personas e instituciones merece que los ciudadanos respondamos unidos y unánimes en nuestro comportamiento personal y social, con las medidas de higiene, aislamiento y protección que autoridades y especialistas ordenan: por nosotros, por nuestros familiares y amigos, por nuestro país, y por un mundo cada vez más global en el que la salud de todos sea el mayor impulso para una convivencia en paz.
*Director General de Clínicas Gaias
