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Caminemos unidos

La situación de alarma social que estamos viviendo por el coronavirus es algo desconocido para casi todos. Especialmente los mayores y los enfermos están pasando unos días de mucha preocupación.

En estas circunstancias estamos obligados a dar de nosotros mismos lo mejor. Casi todos lo están haciendo, con conductas ejemplares en todos los ámbitos de la sociedad.

La Iglesia, nuestra Diócesis, tiene ante sí un reto para estar al lado de todos, especialmente de los mayores y necesitados. Y esto sin romper los protocolos de aislamiento marcados por las autoridades competentes.

En mis contactos telefónicos con sacerdotes, religiosos y equipos parroquiales he escuchado con alegría la puesta en marcha de diferentes iniciativas para sostener la atención de los comedores sociales de la Iglesia y para mantener en plena disponibilidad nuestras casas de acogida, así como acciones en diversas parroquias para ayudar a nuestros mayores.

He enviado en estos días un mensaje de ánimo y gratitud a una médico amiga que, como todos los médicos, está plenamente entregada a la atención de los contagiados. En su respuesta me decía, entre otras cosas, " vosotros tenéis mucho trabajo TELEFÓNICO de apoyo espiritual a las personas angustiadas, enfermas, solas o que sufren pérdidas de seres queridos. Reza por nosotros para que conservemos la calma y las fuerzas". Es una médico con mucha experiencia de trabajo en grupo a la que conozco bien y sé que sus palabras le salen del alma.

Sin duda, los creyentes tenemos un compromiso social irrenunciable, pero al lado de éste tenemos también el deber espiritual de acompañamiento a nuestros hermanos. Estamos viviendo un momento en que los pastores y las comunidades parroquiales tienen que dar un paso adelante para buscar y crear lazos de cercanía y evangelización en situaciones como ésta.

Hay parroquias que tienen esta dimensión más trabajada desde la experiencia de cada día. Y es precisamente a estas parroquias a las que le pido un esfuerzo de creatividad y de liderazgo pastoral. Además de los habituales, hay que establecer cauces de comunicación adecuados para este momento. Nuestro objetivo ha de ser el llegar a los más posibles para crear redes de comunión en la fe y en la esperanza.

En los momentos difíciles de la vida necesitamos saber quienes están a nuestro lado para sostenernos mutuamente. En tales situaciones la fuerza de la fe es indispensable para mantener el ánimo y la paz. Es la fe la que nos dice que el Amor es el fundamento y la razón de ser de nuestra vida y en momentos así todo es diferente si creemos.

Cuidar la fe y sostenerla es la misión esencial de los pastores y de las comunidades cristianas. Es por ello que nuestros sacerdotes y nuestras parroquias tenemos ahora una responsabilidad muy especial en mantener unidos a nuestros fieles en la oración y la esperanza.

Unido con todos vosotros.

*Obispo de Tui-Vigo

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