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La autenticidad de las obras de Seoane

En respuesta a Xosé Díaz y Rosa Espiñeira

Una vez concluida la muestra del Museo Aller Ulloa de Lalín, Creacións máxicas de medidas exactas. Maruja Mallo y Seoane en Bos Aires 1936-1965, 44 años después de estar metido en el rollo artístico, de 120 exposiciones realizadas en decenas de países de Europa y América y de casi 800 publicaciones -más de 200 en revistas indexadas de diferentes y exigentes universidades y otras instituciones españolas, europeas y americanas-, de más de 35 libros -algunos en editoriales de reconocido prestigio europeo, como la parisina Hazan, la suiza ADV Publishing House o la milanesa Skira-, ¿cree alguien que uno podría frivolizar con una exposición de dos artistas gallegos de la vanguardia histórica, como Maruja Mallo y Seoane?

Para afrontar las reticencias sobre estos dos artistas, que no tienen expertos consolidados con publicaciones que podríamos llamar científicas -salvo los casos de Pilar Corredoira, con una tesis presentada en la Universidad de Barcelona (1981) u otra de María Antonia Pérez, entre alguno más, como es el caso de Helena González, e incluso artículos bien informados como los de Rodrigo Gutiérrez Viñuales, pero sin tocar a fondo el análisis pictórico-, había decidido hacer una rigurosa selección de obra, sometiéndola a los parámetros de un catálogo razonado, privilegiando un segmento imprescindible: la provenance. Es decir, reconstruir el curso de cada obra desde que salió del estudio del artista hasta que ha llegado al último propietario. Y así se hizo, además de un análisis pormenorizado de corte técnico de cada obra.

¿Qué es un experto? Un estudioso que dedicó a ese artista una tesis, un libro con impacto científico (Richardson o Palau en el caso de Picasso) o el que publica ensayos en revistas indexadas de prestigio. Desgraciadamente esto no se cumple en el caso de las dos personas, Rosa Espiñeira y Xosé Díaz, que nunca vieron los cuadros en directo, ni quisieron visitar la muestra (a este último lo invité personalmente y me dijo textualmente, que "no necesitaba ver la exposición ni ver los cuadros para saber que había cuadros falsos") e hicieron declaraciones en los medios afirmando que había cuadros no auténticos. Declaraciones inapropiadas, irresponsables y frívolas que muestran la catadura intelectual de los autoproclamados expertos y no sabemos en virtud de qué, porque sus publicaciones son irrelevantes (léanlas y vean donde está el análisis profundo de la pintura). Lo único relevante que conozco del currículum de Xosé Díaz es que es un correcto diseñador gráfico (desconozco su formación académica y si la ha completado), pero en investigación artística su peso es irrelevante y en el mundo del arte gallego su presencia se debe más a ser hijo de un personaje ilustre, filiación que ha facilitado más que sus méritos académicos y científicos, el acceso a puestos de persoeiro en instituciones. Lo digo con todo el respeto. De Rosa Espiñeira no puedo obviar el proceso de infantilización de su escritura y el hecho de haber metido el prestigio de Seoane en una página web, en un simulacro de catálogo repleto de errores, donde se ve que jamás ha visto las obras en directo (como prueba, decir que una de las expuestas en Lalín, Crisantemos, que Seoane titula y fecha en la parte posterior del lienzo en 1956, ella lo hace en su esperpéntico catálogo, en 1950 con el nombre Florero).

Todas las obras de Seoane expuestas en la mostra lalinense fueron seleccionadas de entre varias decenas, procedentes de colecciones privadas, y todas fueron sometidas a un análisis en virtud de su provenance -el que esto subscribe hizo un curso, en la primavera de 2008, en París, sobre falsificación de obra de arte y colaboró con la Policía de Patrimonio- desde que salieron del taller del artista hasta su último propietario, además de estudiar detalles técnicos que atañían a los materiales usados, bastidores, la parte trasera del lienzo y su desgaste (que en Seoane supone mucha información, con título, año, dedicatorias, cartelas de galería...), repintes y firma, que en este artista no es un dato muy relevante, pues ha firmado de maneras muy diferentes.

Las obras expuestas proceden de Maruxa, viuda del artista, del reconocido actor Tacholas, de su galería bonaerense Bonino (con cartelas), de su amigo, el artista Martínez Howard, del encargo efectuado y documentado de Rafael Olalla, de la casa de subastas Ramos Oromí, en vida de él, de la prestigiosa galería Centoira, que gestionó una buena parte de las muchas obras que poseía la familia Villar Cao, de las hermanas Mariana, Angélica y Esther Cao, amigos de Seoane, a quien ayudaron en momentos difíciles y con el que veranearon en Mar de Plata. Algunas de estas obras ya habían sido expuestas en la Fundación Seoane de A Coruña, tal como consta en las fichas del catálogo razonado, hecho del que puede dar fe la misma institución.

Sin romper un mito: la pintura de Seoane suele ser muy desigual -aspecto que no percibe un profano-, pero el que subscribe aún conserva un cuaderno de notas de Laxeiro, de 1982, básico en su tesis sobre el vanguardismo histórico, en el que, ad pedem literae, tengo anotado: "Luis era un bon pintor, pero adicábase a moitas cousas, creou un estilo, aparcou definitivamente nel, e podía preparar unha exposición en dous ou tres días".

*Catedrático de Arte Contemporáneo de la Universidad de Vigo, fue profesor visitante de Máster en la Queensborough Community College de la Universidad de Nueva York, Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, Universidad de Salamanca y Università degli Studi de Milán, entre otras. Es miembro de AICA-France (Asociación Internacional de Críticos de Arte. Sección Paris).

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