Si fuera un chino viviendo en España, o un español viviendo en China, estaría muy enfadado. Sé de alguno de los segundos al que ahora le sangra la lengua de tanto mordérsela porque le gustaría gritar: "¡Os lo dije!". Y es que durante demasiado tiempo hemos pensado que los chinos aislaban a decenas de millones de personas por algún sentido hollywoodiense de la sobreactuación en una película de serie B, mientras ensalzábamos a Lorenzo Milá por decirnos desde Italia que esto era como una gripe.
Mientras tanto, eminentes científicos, como Marc Lipsitch, epidemiólogo de Harvard, adelantaba el 25 de febrero que la expansión del coronavirus no era ya contenible y que podría afectar hasta al 70% de la población mundial el próximo año. Una afirmacón que publicó FARO y que repitió ayer Angela Merkel. Otros científicos, como Richad Hatchett, asesor de Bush y Obama, decía en la televisión británica que el coronavirus es "la enfermedad más aterradora" que había encontrado en su carrera. En España, donde expertos como Oriol Mitjà han advertido de la gravedad de la epidemia con escaso eco mediático, estas voces eran desoídas por "alarmistas". La estupidez a izquierda y derecha permitió las manifestaciones del 8M y el mitin de Vox, y siguen sin suspenderse todas las fiestas populares. Lo pagaremos muy caro si no nos aislamos. Todos. Ya.
