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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las preguntas

A lo largo de los últimos años, y de forma reiterada, casi todos los oficiantes de la política española han marcado como objetivo prioritario la convergencia con Europa. Se referían a todo tipo de asuntos, pero sobre todo a los económicos y entre ellos los laborales y salariales que, por conllevar la cuantía de las pensiones, son siempre una baza electoralmente apetitosa. Y a partir de ese desideratum se desencadenó un aluvión de manifiestos de intenciones similares; al menos uno por cada comunidad autónoma, incluido por supuesto este antiguo Reino.

Conste que, en Galicia precisamente, ha habido entusiastas incluso profesionales de relieve que, si no dieron ya por hecha la convergencia en cuestión, dejaron claro que se trataba de una espera corta. Pero, aunque algo se ha avanzado, lo que hay ahora mismo demuestra que tampoco en el campo del vaticinio, y menos aún en el de la profecía, anda esta tierra muy sobrada de adivinos. Y el resultado es que de momento hay que conformarse con los fondos europeos que llegan precisamente porque no se alcanzó aquella meta, de modo que protestar tampoco es aconsejable.

El caso es que, según ha informado este periódico, las cifras de uno de los sectores que dan vida a la economía gallega y conforman parte importante de su tejido, demuestran que no estaría de más dar un repaso a la realidad. Siquiera para entender de verdad lo que pasa, porque esa profesión, que es la de los autónomos, presenta una media de ingresos anuales que está por debajo del salario mínimo: 8.200 euros. Que, con el mayor respeto para todos, parece increíble por propio de países en vías de desarrollo, pero lento. Tan lento que no alcanza ni a notarse.

Esa realidad contrasta con las visiones, entre la propaganda y la mera intención, que a veces preside las opiniones oficiales. Y que se extiende y condiciona no ya a la vida activa de los autónomos, sino a su jubilación, calculadas las pensiones por la retribución que percibe su trabajo. Una cifra que, además y para mayor escarnio, suele despertar sospechas por su escasa cuantía entre los cazadores fiscales del contribuyente, abundantes en el fértil territorio de quienes no tienen margen para el engaño. Pero con frecuencia son tratados como defraudadores en potencia.

A modo de conclusión, que podría ser casi moraleja, abría que preguntar -aunque sin demasiadas esperanzas de obtener respuesta- qué hace, y para qué sirve si es que aún funciona, el Observatorio que para contemplar el sector de los autónomos se constituyó aquí hace ya tiempo. Porque a la vista de la estadística que fundamenta la opinión de quien escribe, o trabaja y observa como debe, pero por ahora sin resultados, o no está ni se le espera. Por lo que, dicho con toda claridad, la pertinencia de la pregunta es obvia y la falta de respuesta una impertinencia que, pagada con fondos públicos, no debería tolerarse.

¿Eh?

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