Ahora sí que se acaba el mundo. La Iglesia recomienda a los párrocos no dar la paz en misa. No vamos a salir en paz y sí en guerra. Contra el coronavirus. Con la Iglesia ha topado, el virus, que también se transmite por los buenos deseos, por las pilas bautismales, los besamanos y besapiés. Amén. Vamos a tener que aislarnos tanto que no va a traspasar una idea por ningún sitio. No solo no nos vamos a contagiar, tampoco vamos a influirnos.
A la Merkel, un ministro le ha negado la mano. Así de disciplinados son los alemanes. Ale, manos. Si no hay que dar la mano no se da. Daos fraternalmente la paz. Sí, pero por señas. Podéis ir en paz. Pero no os toquéis.
A la Iglesia le han gustado siempre poco los magreos, pero ahora está en vanguardia, está a la moda, da consejos pertinentes. No tocar. En algunos países se recomienda no estar a menos de un metro de nadie. El infierno de los pulpos. Vade retro. El coronavirus se expande y algunas autoridades sanitarias se lavan las manos. Es lo correcto. Pero no en su caso.
Si hay resfriado, hay que quedarse en casa. El absentista tiene buen pretexto ya. Con que el jefe te vea moquear o estornudar ya solo tienes que enviarle un whatsapp al día siguiente, con un emoticono de estoy malito y quedarte en casa. Lo malo es que la tele está muy aburrida. Solo hablan del coronavirus. La pandemia es peligrosa por el gasto extra en sanidad que va a suponer, por la falta de asistencia al trabajo, por la cancelación de eventos, etc. Pero la enfermedad en sí misma no es borde o mortal; se supera en la gran parte de los casos si la persona está sana. No hay que dar la paz pero el virus no nos deja en paz. Es una guerra bacteriológica que pone a prueba nuestra sanidad, nuestra paciencia y nuestra higiene. Lo poco bueno que le ve uno a esta jodienda coronada es que gente que nunca se ha tapado la boca cuando tose o estornuda ahora sí lo hace. Es el virus de los modales. Ya hay 160 casos de coronavirus en España. Los colegios se plantean si es bueno seguir impartiendo las clase. Es prioritario no poner a los mocosos en riesgo. Cosas como el gel seco para lavarse las manos se han puesto más carillas. Siempre hay quien hace negocio a costa del mal ajeno. Pero ese mal es también el miedo, que es sucio, gris y cobarde. Cuando se te mete dentro ya no te deja en paz. Y eso no es justo ni necesario.
