La ventaja del que tiene cierta edad es que hay cosas que casi seguro no verá. En un magazín mañanero intervienen unos niños, que deben dar pistas para que el conductor del programa identifique al famoso o famosa del que hablan. De una veterana presentadora solo mentan sus arrugas, su peinado de abuela o la gordura de sus hijas, y la acaban llamando dinosaurio. Claramente quieren quedar de graciosillos a costa del prójimo, alardeando de crueldad, que seguramente es lo que mola. Me aterra la frescura y desparpajo con que lo hacen. El conductor les ríe las gracias (¡niños!, dirá), les pregunta algo y, como uno de ellos vacila, otro le dice: "dile que sí y nos libramos de él". Acostumbrados a ver triunfar en las cadenas a los que han hecho de este modo de actuar una profesión, han aprendido pronto. La ventaja de tener cierta edad es que uno ya no los sufrirá cuando crezcan. ¡Uf!