Por lo visto la brevedad de la vida nos hace vulnerables. Y en vez de refrescar el ánimo con todo aquello que mueve nuestro pensamiento, preferimos agrandar lo pequeño e insertar realidades absurdas dentro del miedo y la psicosis.

Resulta que ya no es el Satisfyer lo que más se vende en nuestro país; contengan la risa (no es para menos) a día de hoy lo que más se vende son todo tipo de mascarillas.

Creo que todo lo que rodea al coronavirus es un simple reflejo de nuestra falta de memoria. Hace pocos días, mi amigo Eurico Campano me envió un artículo de la periodista Marisol López del Estal y directora del diario "La Opinión de Zamora". El artículo se titula : "Cien años de la pandemia de la gripe española". Si tienen ocasión búsquenlo en internet y léanlo. Me parece un excelente trabajo periodístico; además, su autora nos desgreña los pelos de la cabeza y nos pone a pensar. ¡Falta nos hace! Lo que está pasando con el coronavirus (opinión subjetiva) es una crisis convulsa de nuestra imbecilidad. Hay cosas más letales que muchos virus, cosas que transforman y transfiguran la coherencia.

Me asusta ver la mueca de la ignorancia; junto a ella veo todo lo muerto...

Al ver lo que está sucediendo en Italia pienso en "El Decamerón", de Giovanni Boccacio. Diez jóvenes florentinos, huyendo de la peste de 1349 deciden refugiarse en la villa de uno de ellos; durante su "exilio" y para hacer más ameno el rato deciden contarse cuentos por turnos. El libro es brutal, con ironía sacude todas las partes del ser humano y las pone a cantar, aullar, gritar y hasta gemir. Las pestes, no se contemplan igual con cabeza o sin cabeza; a Giovanni Bocaccio le sirvió para creer uno de los mejores libros de la historia. A otros (sonrío) las supuestas "pestes" les sirven para comprar mascarillas y geles desinfectantes.