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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los incendios

A partir del antiguo refrán según el que no hay peor ciego que el que no quiere ver, sería útil que quienes aspiran a gobernar Galicia se aplicasen la moraleja que permite el cuento. Siquiera para no empeorar más los problemas que ahora mismo se denuncian -terminada la tregua- en las calles gallegas: la cuestión de los precios en origen para los productos agrícolas y ganaderos y la estafa política que supone prometer una cosa y hacer la contraria, que es lo del estatuto de los grandes consumidores eléctricos. Y que discrimina a Galicia con respecto a Cataluña, por ejemplo, como en su día publicó FARO.

(Además, y ya en perspectiva global, está el anuncio de los nuevos impuestos "a los ricos", que dicen Iglesias, su corte y algún fiel servidor del Gobierno. Se trata de una mayor carga fiscal, la "tasa Tobin", a las transacciones financieras, y a varias multinacionales -la "tasa Google"-. Ambas encarecerán los servicios y los precios para los afectados y, por tanto, pesarán al final de la cadena sobre bastante gente del común, lo que a medio plazo puede provocar más descontento y abundancia de protestas. E "incendios" sociales, que ojalá no sean virulentos).

Se emplea la referencia, metafórica, al fuego para ajustarla a la óptica del secretario xeral del PSdeG, quien no dudó en imputar el malestar en la industria y el rural al presidente de la Xunta, calificándolo nada menos que de "incendiario". Semejante miopía puede deberse a la próxima visita -el domingo, en Santiago- de su jefe el señor Sánchez, de forma que disimule su auténtica causa, que es la política del Gobierno central. Quizá crea que así consiga que el viaje de don Pedro deje anuncios espectaculares que den vida a su candidatura. Pero hay un problema de fe: es difícil que en política se pueda creer en lo que no se ve.

Cabe en lo posible que el punto de vista -solo es eso- de quien escribe se considere, como crítica, injusta por reiterada, algo que -y no se trata de una excusatio non petita- en todo caso resulta respetable. Pero la opinión, personal, acerca de una excesiva subordinación a las decisiones del Gobierno central parece coincidir de algún modo con la expuesta mediante declaraciones reivindicativas de varios alcaldes y grupos socialistas gallegos. Es un dato, y lo bastante significativo como para sostener que dentro del PSdeG no todo es armonía. Al menos en la estrategia.

Sería absurdo, por descontado, pretender que el socialismo galaico se constituya en oposición al PSOE. Pero sea como fuere, un mínimo de objetividad bastaría para compartir las inquietudes de los trabajadores de la industria eléctrica gallega sobre su futuro o las de quienes prevén que las alzas impositivas "reboten" contra la ciudadanía media. Del mismo modo que impide negar la precaria situación del sector agrario de este antiguo Reino, precariedad no imputable a este Gobierno, pero tan evidente que la asume hasta el vicepresidente Iglesias, aunque este opte por la demagogia: primero "selecciona" a sus interlocutores y después exhorta a los manifestantes -al "estilo Torra"- a que sigan en la calle para "defender sus derechos". Suena a broma, o algo peor.

¿No...?

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