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Una viguesa todo corazón...

Ahora tiene 35 años y está en Madrid pero de niña debió de corretear por Teis, estudió en las Calasancias y luego en los Jesuitas, después hizo dos años de Medicina en Santiago, terminó la carrera en la Complutense de Madrid y allí hizo el MIR. Recibió formación complementaria de su especialidad en Australia y Alemania. Sé que vive con auténtica pasión su profesión médica hasta el punto de que, rompiendo la casi tradición deportiva familiar, ya no va a esquiar con ella por miedo a que una mala caída arriesgue una de esas manos con las que se aplica a la cirugía cardíaca. También sé que es mujer muy sencilla, poco amiga de alardear sus méritos pero...

...que se llama Susana Villar

Lo contamos. Se llama Susana Villar García y forma parte del equipo de cirujanos cardiovasculares del Puerta de Hierro que estos días ha ocupado portadas de los medios de comunicación por ser pioneros en España de una técnica de trasplante de corazón que va a salvar o prolongar muchas vidas. Fue precisamente Manolo Míllara, excompañero de Administración del periódico, quien me hizo esta confidencia, mientras tomaba un grolo de "bon viño". A un tal Jorge Pabón le trasplantaron en Madrid estos días el corazón de un donante fallecido por parada cardiorespiratoria, una intervención pionera en España porque normalmente los donantes son de muerte cerebral. En este caso el corazón dejó de latir pero volvió a hacerlo gracias a un soporte cardiorespiratorio externo, infundiéndole sangre oxigenada. Allí estaba la viguesa. Solo en 4 países del mundo se han hecho estos trasplantes y el mérito es del departamento de Cardiología del Hospital Puerta de Hierro cuyo jefe es Javier Segovia, igual que del equipo de cirugía cardíaca que intervino es Alberto Forteza.

Un recuerdo de F. Garea

Le acaba de destituir el Gobierno actual y apuesto doble contra sencillo que no es por su falta de profesionalidad, que la tiene sobrada y demostrada, sino por razones que tendrán que ver más con la política que con el periodismo. Hablo de Fernando Garea, director de EFE hasta esta semana, al que estoy viendo en una foto de una madrugada de 1983, en una noche de mucha marcha festiva que tuvimos en la viguesa discoteca Kremlim periodistas de FARO con algunos entonces de prácticas como él, y en la que también está la que luego sería corresponsal de guerra de TVE en Oriente Medio, Ángela Rodicio, y Fernando Ojea, ahora director de Proyección Social en la TVG. Garea vino a Vigo porque entonces tenía una novia viguesa y fue precisamente Manolo Míllara, quien había hablado con el entonces director, el inolvidable Francisco Armesto, para que le cogieran en Prácticas. Era un tipo serio, callado y al tiempo cordial en esa etapa estudiantil en la que nadie podría suponer que desarrollaría, como Ángela Rodicio pero cada cual por su lado, una carrera tan brillante, él en El Mundo, en El País y muchos sitios más. Hijo de viuda entonces con medios muy limitados, recuerdo que vivió en casa del mismo Míllara (a cuyo hijo apadrinó después) durante las prácticas y otros meses a mayores que le prolongó el director al observar ya su precoz fineza periodística.

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