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Un weekend vallisoletano

Hice una escapada a Valladolid el sábado acompañado de una rubia de moralidad probada y vive Dios que tuve una experiencia casi iluminatoria paseando las 20 salas del Museo Nacional de Escultura. Tras recorrer todas esas obras de género religioso en madera policromada de los siglos XIII al XVIII, uno cree que solo por tal obra se justifica históricamente la religión y Dios, exista o no, en este caso el cristiano. Boquiabierto, atónito, pasé ante retablos o relieves de grandes maestros como Alejo de Vahía, Alonso Berruguete, Felipe Bigarny, Pompeo Leoni, Juan de Juni o Gregorio Fernández.... Nada hay en Vigo que se le pueda acercar siquiera a pesar de los 6 museos, 3 fundaciones artísticas y varias salas de exposiciones repartidas por la ciudad. Para compensar el chute cultural dimos culto al placer gastronómico en El Figón de Recoletos, clásico asador castellano con horno de leña y lechazo asado, decorado con madera tallada en paredes y techos. El domingo, desayuno copioso en Valladolid; vino de mediodía al sol de la Plaza Mayor de Tordesillas tras la visita allí a las Casas del Tratado de Tordesillas sin que viéramos por allí a nuestro Matías Márquez, el que tuvo el bodegón Matías en Vigo y se retiró a sus posesiones tordesillanas; vermú luego en la Plaza Mayor de Salamanca llena a rabiar y comida camino de Alba de Tormes, cerca de la santa Teresa que allí yace. ¡Vaya fin de semana gastrocultural!

En la Tordesillas de Marqués

Y es que allá por 2018 estaba yo en Tordesillas tomando un vino en la Plaza Mayor, esperando a dos vigueses, Sesi Pino y Amparo Villar. Levantaba yo el vaso para echar un trago de vino de Toro cuando oigo: ¡Coño, Franco! Era Matías Marqués, que había regresado, tras 42 años viviendo en Vigo, a su Tordesillas natal. Matías era sobradamente conocido en Vigo, donde su bodegón en la avda. Hispanidad era lugar de encuentro de muy diversas gentes. Ya allí practicaba otra de sus devociones, la música, y en Tordesillas nos llevó a su casa y enseñó su bodega, a la que bajamos en ascensor para sorprendernos con un espacio de cientos de años bajo tierra acondicionado incluso para música, pero solo para sus amigos. En esa ocasión, anteayer domingo, no vi a Matías ni tenía su teléfono, pero brindé por él muy cerca de su casa tordesillana, donde también ensaya para sus actuaciones musicales. Sé que en agosto de 2019 expuso en Caminha.

¡Qué cabaleiro o das cunchas!

A quien le encanta el Museo Nacional de Escultura vallisoletano es al director teatral Maximino Keyzán, que lo considera especular, teatral, dramático. Precisamente él está escribiendo ahora una obra de teatro sabe Dios de qué. Hablé ayer con él y, al comentarle que me acababan de regalar un libro sobre Los misterios del Camino de Santiago, con Blanco Corredoira como autor, me reprendió suavemente: "Oye, no has hablado nada de nuestro Concurso de Relatos Cortos O Cabaleiro das Cunchas, que trata también del Camino". Le hago caso y os digo a quienes interese que el 30 de mayo acaba el plazo de entrega de originales para este premio dotado con 1.500 euros y que se entregará el 29 de junio en una "Noite máxica do Cabaleiro das Cunchas". ¿Dónde? En Bouzas, porque de allí es a Irmandade de Donas e Cabaleiros que lo organiza, en la que están Maxi Queyzán, Xan Carballa... Le voy a proponer al presente, Paulino Freire, que lea este libro de Blanco Corredoira, a ver si añade algún milagro más a los que ha descubierto.

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