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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La ruleta rusa

Las campañas electorales tienen, entre otras características -desde la ilusión de algunos al cinismo de otros recorren toda la escala social- la de permitir múltiples interpretaciones a los anuncios de los candidatos. E incluso juegos de palabras: por ejemplo, el que podría hacerse con lo dicho por el presumible candidato socialista a la Xunta, quien adelantó una especie de "vuelco" total del PSOE, incluido el Gobierno central, en su ayuda. Habría resultado más útil citar la palabra "inversión" -acompañada de garantías, claro-pero la que usó aporta una pista de lo que se juega cada cual en el envite.

Desde la perspectiva del PSOE -que incluye la de su candidato, como es natural- y en opinión de quien escribe también la de sus socios de Podemos, la cita gallega del 5-A es una especie de reválida con matices de su primer trimestre en el Gobierno de coalición. Menos trascendente para ellos que la vasca porque allí, resulte lo que resulte, tienen garantizada por el PNV la pax políticae mientras aquí, si es el PP quien revalida su mayoría absoluta, la oposición conservadora podrá mantener una base sólida -y sin condicionantes de pactos con terceros- para el ejercicio de su tarea en mejores condiciones.

Se ha dicho ya que el que más arriesga es el actual presidente de la Xunta. Y no solo por lo obvio, sino también porque su renuncia a una alianza con Ciudadanos implica -desde el punto de vista de algunos de sus compañeros- que los votos que podría sumar, aunque no muchos, no se logren y eso signifique la pérdida aritmética de la mayoría absoluta. Y quizá la dependencia de Vox, aparte de que ha incurrido ya en una aparente contradicción: dijo que la política española "no le interesa", y aunque se refería a su ejercicio, habrá de criticarla, al menos la del Gobierno, porque eso es lo que piensan sus votantes y bastantes otros que podrían serlo.

En todo caso, el candidato del PPdeG dispone de ventajas. Y no solo por la división de la izquierda y la difusa presencia de la otra derecha, sino porque tiene experiencia clara en derrotar no ya a un gobierno, sino a dos a la vez: el central del señor Zapatero y la Xunta bipartita de don Emlio Pérez Touriño. Esta dejó una buena gestión que no fue suficiente y aquel contribuyó a la derrota con una larga serie de promesas que ni siquiera intentó cumplir y la liquidación de cualquier ilusión cuando situó de ministro de Fomento al gallego José Blanco. Y todo siguió igual o peor.

Ahora mismo, las peores perspectivas para don Alberto Núñez parecen situarse en la provincia de Pontevedra, donde -conviene no olvidar la historia- ganó la Xunta Manuel Fraga por unos cientos de votos en 1989 y la perdió en 2005 por pocos miles. De ahí que la táctica, hábil pero injusta, del señor Caballero (don Abel) de demonizar al Gobierno gallego puede suponer daños sensibles para el candidato favorito, sobre todo si se le suma la hostilidad política de la diputación y el hecho de que el propio PP está lejos de su mejor nivel en esa provincia. Por eso hay quien subraya que, con el adelanto, de algún modo el presidente Feijóo juega a la ruleta rusa.

O no?.

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