Antes de la aparición de internet y del rápido desarrollo de los medios digitales, se denominaba "periodismo" a la actividad profesional de los que manejaban la información y nos la servían a los ciudadanos. Se trataba, entonces, de una profesión, cuyo objeto consistía en la obtención, el tratamiento, la interpretación y la difusión de informaciones, a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico (vid. El significado de la palabra "periodismo" en el Diccionario de la RAE).

La llegada de la llamada sociedad de la información o del conocimiento fue debida a la concurrencia simultánea de varios factores, a saber: un medio tecnológico nuevo, la Red o conjunto de equipos informáticos conectados entre sí que intercambian información, la cual facilita el acceso prácticamente instantáneo al conocimiento; un repertorio casi ilimitado de conocimientos almacenados en bases de datos; y el advenimientos de unos nuevos protagonistas, los comunicadores, los periodistas y otros opinantes no necesariamente profesionales, como por ejemplo los blogueros y hasta los propios destinatarios de la información.

En efecto, la facilidad de acceso y la propia fluidez de los contenidos que navegan por la red han provocado, entre otras cosas, que la información haya deja de estar manejada en exclusiva por los periodistas, produciéndose cada vez en mayor medida una especie de diálogo en la red que desemboca en un intercambio constante de papeles entre los comunicadores y los destinatarios de la información. Lo que quiero subrayar es, en definitiva, que hay comunicadores, cuyas opiniones son valoradas por los destinatarios, alumbrando entre todos los opinantes una idea más debatida de la cuestión de que se trate.

El fenómeno descrito, referido a los medios escritos, tiene perfiles muy semejantes en los medios de audio y, dentro de los audiovisuales, en los "videoblogs". Los otros medios audiovisuales, como la televisión, carecen de la agilidad de la radio que facilita la intervención, ya sea entrando en directo, ya a través de mensajes previamente grabados, de numerosos oyentes en los distintos programas.

Todo esto ha generado, sin embargo, una cierta desorganización y, si me lo permiten hasta desbarajuste, en la moderna comunicación, en la que se hace muy difícil, no ya distinguir entre información y opinión, sino -y esto es lo realmente grave- entre la información veraz y contratada y la información falsa.

Sea de todo ello lo que fuere, lo cierto es que si situados en una perspectiva puramente cuantitativa, todavía hoy la comunicación en sentido amplio está en manos de los periodistas. Pero si esto es cierto, también lo es que en los últimos tiempos se han desdibujado los perfiles del verdadero periodista, que en no pocas ocasiones se deja llevar más por un subjetivismo repleto de creencias que por la objetividad, aunque sea mínima, que debe presidir su actuación. Por eso, creo que tal vez convenga reflexionar brevemente sobre las cualidades que deben tener los buenos periodistas.

Seguramente, muchos de ustedes conocerán "El decálogo del buen periodista"que confeccionó el fallecido periodista colombiano Javier Darío Restrepo, según el cual el buen periodista: 1.Ha de ser, ante todo, una buena persona; 2. Ha de estar orgulloso de su profesión; 3. Tiene un sentido de misión en su ejercicio profesional; 4. Es un apasionado por la verdad; 5. Es autocrítico; 6. Elabora conocimiento y lo comparte; 7. Hace periodismo con un objetivo; 8. Tiene el sentido del otro; 9. Es independiente; y 10. Mantiene intacta su capacidad de asombro.

De este catálogo, hay no pocas cualidades que también son compartidas por otras profesiones (como, por ejemplo, ser buena persona, estar orgulloso de la propia profesión, ser autocrítico, tener sentido del otro) pero hay, sobre todo dos, que para mí, están por encima de las demás: ser apasionados de la verdad y ser independientes.

El propio Restrepo, al comentar estas cualidades, señalaba: "Esto se lee en una placa de bronce que decora el vestíbulo de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Missouri. Con más de un siglo y medio de antigüedad, este texto reza: "El periodista cree que cuanto escribe es solamente lo que siente en su conciencia como verdadero". Es la misma convicción que hoy proclaman los periodistas con un punto de vista, para quienes es claro que solo deben escribir y publicar lo que ellos ven como cierto". Y con respecto a la independencia advertía: "En nuestros días el testimonio de Kapuscinski es concluyente: "Lo ideal es ser lo más independiente posible, pero la vida está lejos de ser ideal. El periodista se ve sometido a muchas y distintas presiones. En general, la conquista de cada pedacito de nuestra independencia se gana día a día y, a pesar de todo, es una condición necesaria e irremplazable para quien quiera ser un buen periodista".

Pues bien, no sería sincero si no añadiese que, en mi opinión, el periodismo actual parece haber perdido mucho entusiasmo por la verdad y haber abandonado la lucha por conquistar pedacitos de independencia. Lo cual no es un defecto imputable tanto a los profesionales del periodismo, cuya actuación viene marcada en gran medida por las líneas programáticas de los medios para los que trabajan, cuanto al propio juego de poder económico y político en el que se están debatiendo en los últimos decenios los medios de comunicación.