Barreras esquivó en el último minuto la espada que pendía sobre el astillero. El nuevo acuerdo financiero enviado por la empresa in extremis el pasado domingoin extremis al juzgado aleja la pesadilla de quiebra inminente en forma de concurso de acreedores que acechaba a la histórica atarazana viguesa, pero no despeja su futuro. El hecho de que se agotase el límite de plazo para que la amalgama de partes implicadas llegase a un exotérico y agónico acuerdo ilustra la gravedad del problema que está todavía sobre la mesa. La posibilidad de desaparecer era muy real. Se ha ganado tiempo. Ahora falta ganar el futuro. Ojalá, seguimos diciendo, no volvamos dentro de un año a la casilla de salida.

El acuerdo financiero suscrito por la naviera norteamericana The Ritz-Carlton (a través de la sociedad Cruise Yacht Upper Holdco), el ente semipúblico Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (Cesce) y la banca, con la anuencia de la mayor parte de los accionistas de Barreras (Pemex, tenedor del 51% de la sociedad, y Albacora, que posee el 24,5%), por el que se amplía en más de 70 millones hasta 321,5 millones de euros el coste de su minicrucero de lujo Evrima, abre un nuevo periodo en el astillero, tras meses de caos y zozobra, en los que Barreras ha rozado el desastre.

El apremio lo imponían las cuentas, y el acuerdo de refinanciación alcanzado ha actuado precisamente de oxígeno sobre ellas. Si a fecha de presentación de la última memoria anual (junio de 2019) el astillero contaba con unos fondos propios de algo más de 7 millones de euros, el sobrecoste del buque de Ritz los redujo muy por debajo del mínimo legal, hasta un negativo de casi 50 millones, lo que situó a la compañía -ya insolvente, en preconcurso- en causa directa de disolución.

Dado que ni los accionistas ni la naviera estaban dispuestos a ampliar capital, la estrategia antiquiebra ha pasado por modificar el contrato del crucero, elevarlo en el importe suficiente como para terminarlo y conceder a la armadora la capacidad de gestión con una cesión de derechos políticos de Pemex y Albacora. En principio, ha servido para evitar la catástrofe, para que Barreras pudiera amanecer el pasado lunes sin tener que decir adiós a más de cien años de historia.

Pero la solución dada, por positiva que sea -The Ritz ha asumido íntegramente la desviación del coste del Evrima-, no deja de ser provisional. Da luz al presente más inmediato, pero arroja muchas sombras por cuanto no clarifica la viabilidad a medio y largo plazo del mayor constructor naval privado de España. Son dudas que emanan del propio comunicado difundido por la naviera, impreciso en cuanto a la hoja de ruta, al cumplimiento de la cartera de pedidos y a su compromiso real con el devenir del astillero.

Formalmente, Barreras mantiene cinco contratos: el Evrima de Ritz, dos cruceros para Havila Kystruten (a expensas de su rescisión oficial, ya que en la práctica están cancelados), un ferri para Naviera Armas y una segunda unidad para la cadena hotelera americana. Solo el primero figura en el comunicado emitido por la naviera, y solo el primero capitaliza la orden de prioridades del consejero delegado de la misma, Douglas Prothero.

No era así en diciembre, cuando el propio Prothero decidió prorrogar el encargo de un gemelo del Evrima a pesar de estar sujeto a cancelación unilateral por los incumplimientos del astillero. "Cruise Yacht también ha extendido la validez del contrato para el hermano [del crucero ultrapremium] que se firmó en mayo de 2019". Ese compromiso, avanzado el 27 de diciembre, ha desaparecido del acuerdo.

Dada la agónica negociación para elevar el precio del primer buque, resulta hasta obvio que The Ritz tendría enormes dificultades para financiar otro igual. También, sobre todo, por la incertidumbre que sobrevuela el accionariado de Barreras, con Pemex instando la venta de su parte y al cobro de los 13 millones que desembolsó entre acciones y avales.

La quiebra significaba el desastre absoluto. El acuerdo financiero salva el jaque mate, aunque es a todas luces insuficiente para garantizar la plena viabilidad del astillero. Si no había otra alternativa al plan de The Ritz-Carlton para esquivar la liquidación, debe buscarse ya mismo otra para el día después del Evrima. Construcción que, por cierto, y en virtud del mismo acuerdo de refinanciación, pertenece ya, sin que nadie haya explicado los motivos, a la compañía que dirige Prothero.

El acuerdo de usufructo permitirá también que The Ritz pueda actuar, sin serlo, como socio mayoritario de Barreras, utilizando las participaciones de Pemex y Albacora que quieren dar portazo cuanto antes a su aventura en la construcción naval. Las dos compañías se han limitado a felicitarse por "facilitar" la reestructuración y ésta sigue siendo la cuestión capital: ¿Quién va a reemplazar a la petrolera Pemex como socio mayoritario? ¿Quién la sustituirá como avalista de la construcción del Evrima, junto con Albacora?

La urgencia de Ritz, para culminar la terminación de su crucero es legítima, pero la cuestión accionarial continúa sin resolverse. Los mensajes difundidos por Xunta y Gobierno central a la hora de valorar el pacto financiero, con nula o escasa alegría, son un fiel reflejo de la situación de incertidumbre que todavía se cierne sobre el astillero. Una y otro, con sus omisiones y su poco entusiasmo, asumen que el verdadero problema de fondo de Barreras está aún lejos de encontrar la solución.

El Ejecutivo gallego, sin mención alguna a la naviera, ha llamado de hecho a la "responsabilidad" de los accionistas para trazar alternativas que garanticen la supervivencia de la atarazana a largo plazo. La vía de Cruise Yacht, a su juicio, no lo hace. El papel que juegan hoy Pemex y Albacora es el de meros espectadores. El del tercer accionista, José García Costas, ni una cosa ni la otra. El empresario trató de ejecutar sin éxito una ampliación de capital el pasado verano por 40 millones de euros, pero ni llegó a formalizar su propia hoja de ruta para recuperar el control del astillero -sí la expuso a bancos y administraciones, con el presunto fichaje de un supuesto fondo inversor del que nunca nada se supo- ni ha participado de la cesión de derechos políticos a la naviera, a la que fue invitado-.

Así pues, con el doble pedido de Havila cancelado, sin rastro del gemelo del Evrima y sin que Barreras haya ensamblado ni uno solo de los bloques del ferri de Armas, y teniendo en cuenta los riesgos contingentes y los gastos mensuales, ¿quién querría reemplazar a Pemex y Albacora en el accionariado? Por eso sigue urgiendo que tanto administraciones como empresas asuman su responsabilidad y tracen cuanto antes un proyecto estratégico para Barreras que trascienda al minicrucero de Ritz, porque solo así habrá esperanza más allá del presente.

La armadora ha avanzado un "considerable interés del mercado por otros proyectos de nuevas construcciones" -otros, sin Havila ni Armas- pero, ¿quién los va a garantizar, avalar o financiar con la actual estructura societaria de reino de taifas? ¿Tiene The Ritz, sin experiencia alguna en el sector naval, un interés real en contratar y construir nuevos barcos en Vigo más allá de acabar su empantanado minicrucero como en realidad parece? La respuesta es no, a tenor de su pronunciamiento.

Barreras, por lo que su peso supone en la construcción naval y por lo que su impacto acarrea en las tan necesarias empresas auxiliares, se merece más que lo firmado hasta ahora: una estrategia y un compromiso claros que despejen de una vez su futuro.