No bastaba con prorrogar hasta 2048 la concesión de la principal arteria de Galicia -y el gran acceso a Vigo-. No llegaba con aplicar, aún con las uvas de Año Nuevo sin conocer los intestinos, subidas de precios condenatorias hasta 2037, sin darse la menor prisa por suprimir los que ya rigen, como la anomalía del de Redondela. Ni despachar con un "vuelva usted mañana" todos y cada uno de los intentos de transferir la autopista y rebajar las tarifas. Ahora esto. El Gobierno -que hoy es rojo, pero ayer vistió otro color- da un golpe de gracia a la maltratada mandíbula de los usuarios. El cirujano que cosa el roto, quizá, vista de toga.