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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La iniciativa

Hace ya unos cuantos años que desde los dos países, España -con Galicia en una actitud muy favorable a esa tendencia, dicho sea de paso- y Portugal, están en un camino de encuentro. Cierto que no todas las iniciativas en marcha dan un resultado óptimo, pero la mejora es posible y, seguramente, necesaria, aunque quizá sea preciso ampliar el marco regional. Y en esa línea plantea el señor alcalde de Oporto su idea de repetir en la Península la fórmula del Benelux -Bélgica, Holanda (Nederland) y Luxemburgo- coordinando sus políticas económicas, uno de los predecesores de la Unión Europea. Idea imaginativa que bautiza como Iberlux, para reformar aquella dimensión peninsular.

Es posible que la iniciativa del señor Moreira se califique como utópica o inalcanzable, pero no por ello debería rechazarse sin más. Porque la pertenencia de los dos países a la Unión Europea, que es compatible con la idea del alcalde y reduce -y resuelve- problemas, podría también establecer límites a la colaboración peninsular, pero no es menos cierto que existen campos en los que es factible reforzarla. Y no solo con lo anecdótico de sustituir el "lux", sino en actividades en las que no solo es posible, sino más que probablemente necesaria aquella colaboración.

En este punto, y hablando de modelos, conviene no olvidar el de la Euro Región Galicia-Norte de Portugal y su posible extensión a Asturias e incluso a Castilla y León. Ni tampoco la propuesta que realizó doña Corina Porro desde la presidencia del Consello Económico y Social para crear otras entidades a lo largo de la frontera común hispano-portuguesa. Es decir, que avanzar hacia el acercamiento es ya un deseo compartido, y merece tenacidad para lograrlo e ilusión para mantenerlo, porque es todavía un proyecto inacabado.

Queda dicho que, en todo caso, hay terreno para avanzar y otros en los que, aún con lentitud, ya se está haciendo. El programa "Iacobus" de intercambio entre universidades, la colaboración sanitaria en áreas limítrofes y la cooperación para resolver problemas comunes son metas que se han alcanzado y que se convierten en ejemplos de que se puede ir bastante más allá. Pero, para que no se frustre la esperanza, conviene añadir otro elemento a cualquier propuesta: la fe en que de un modo u otro, lo de "Iberolux", o como se le llame, es posible y probable.

Conste que ese es el signo de los tiempos, la unificación de esfuerzos previa a otras de mayor ambición. Sobre todo para hacer frente a los nuevos predicadores que creen en Liliput como un modelo alternativo que mejore la vida de las gentes del común -además de las suyas propias, claro- sin darse cuenta de que el concepto "frontera", se maneje como se maneje, será a corto plazo algo poco indeseable. Y es que el refuerzo de la UE, más necesario que nunca hoy en día -y que, queda dicho, es compatible con iniciativas como la que se comenta- sería aún mayor con todo cuanto acerque a las comunidades que siguen en la Unión-. La Xunta dice apostar por ello: ahora falta que los dos gobiernos, Madrid y Lisboa, pasen de las palabras a los hechos.

¿O no...?

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